Amalia, visiblemente emocionada y rodeada de reporteros, con quienes bromeó, recordó al pie del enrejado de su casa cuando el entonces adolescente Jorge Mario Bergoglio, rondando los 10 o 12 años, le dijo que si ella no se casaba con él se haría cura.
El ahora papa, el primero originario de Latinoamérica, le escribió una carta en la que además le dibujó una casa con techo rojo, la misma que le iba a comprar a Amalia cuando se casaran.
No obstante las cosas se salieron de lo planeado y tomaron un rumbo diferente. Amalia va atrás en el tiempo y comparte con los medios un breve episodio de su vida con Bergoglio.
“Mi papá me dio una paliza porque yo me atrevía a recibir la cartita de un muchacho. (Jorge) me había dibujado una casita que tenía techo rojo, blanca abajo, y decía que esta era la casita que te voy a comprar cuando nos casemos”.
Tras la oposición del padre a esa relación, Amalia dice que luego de dejar de frecuentar a Bergoglio “yo quería que desapareciera del mapa”.
Cuestionado sobre si le gustaría violver a encontrarse con el ahora sumo pontífice, Amalia comentó con cariño: “Hoy no tengo ganas de cruzármelo porque está en un sitio muy alto y yo soy muy humilde, el entorno le exige rodearse de otra gente”.
Y al final le recomendó al nuevo Jefe del Estado Vaticano “que nunca se aparte del camino, que se acuerde de sus raíces”, y contó que cuando lo vio por televisión, se puso de pie y le dijo: “Jorge te abrazo, por el cariño de toda una vida”.