Miguel Ángel Mancera se independizó de todos los líderes del PRD, que dominan la Ciudad de México, al llegar al día 100 de su gobierno. Con la misma convicción “progresista” que cuando asumió la jefatura de Gobierno, advirtió: “La izquierda es una forma de independencia, nunca una atadura, es símbolo de libertad y nosotros debemos gobernar con ese ideario”.

 

En política la forma es fondo. Mancera ocupó el mismo escenario del Auditorio Nacional que tomó el 5 de diciembre de 2012 para mandar su primer mensaje ciudadano a unas horas de asumir el poder, pero ahora apareció solo, enfundado en un traje oscuro y corbata azul con rayas rojas.

 

A los que siente suyos, representantes de los poderes Judicial y Legislativo en el DF, delegados, el gobernador aliancista de Puebla, Rafael Moreno Valle, y sus invitados especiales, como el obispo Antonio Chedraui, y Héctor Slim, director general de Telmex, los colocó al centro y en primera fila.

 

A la derecha unió a la oposición, el líder priista en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, y el dirigente del PAN, Mauricio Tabe. El lado izquierdo lo apartó para René Bejarano, líder de Izquierda Democrática Nacional (IDN), quien intentó pasar inadvertido junto a su alfil en la Asamblea Legislativa, Ariadna Montiel.

 

La misma hilera la compartieron Jesús Valencia, delegado en Iztapalapa, y el senador perredista Mario Delgado, hombres leales a Marcelo Ebrard, quien estuvo ausente y ha sido uno de los principales críticos de Mancera por su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto.

 

A unos metros apareció el líder nacional del PRD, Jesús Zambrano, quien no recibió saludo del mandatario local ni fue anunciado por el moderador. Fue más notoria, incluso, la asistencia del ex diputado federal Jorge Kahwagi, quien el público saludó a mentadas y rechiflas.

 

Mancera enumeró sus logros y en cada uno subrayó su carácter “progresista”. Bejarano, quien hace una semana le reclamó no diferenciarse del gobierno de Peña Nieto, permaneció atento a cada palabra de Mancera. En su libreta anotó cada acción y cada meta.

 

Pero al llamado enérgico del jefe de Gobierno, detuvo el bolígrafo. “El rumbo está claro, sabemos lo que se requiere, contamos con la gente y con un equipo firme y sólido de gobierno”, dijo Mancera con firmeza. Y definió la izquierda a su manera: “Este gobierno quiere dejar huella de la izquierda en la tradición de esta capital, de una izquierda sin dueños, una fuerza política inteligente, propositiva y ordenada a favor de la ciudad”.

 

Y continuó con el discurso sugerido por su asesor, el priista Manuel Jiménez Guzmán.

 

“El gobierno de la ciudad debe dialogar con todas las fuerzas políticas, con todas las autoridades, locales, estatales y federales. No tengo confusión entre los valores políticos y las responsabilidades institucionales.

 

“La izquierda es una forma de independencia, nunca una atadura; es símbolo de libertad y nosotros debemos gobernar con ese ideario, con esa convicción progresista, pero sin distingos. Yo estoy convencido, yo debo gobernar por y para el bien de todas y todos ustedes”, afirmó y tronaron las palmas.

 

Todos aplaudieron, excepto un grupo ubicado en la hilera izquierda, donde estaban bejaranistas y ebrardistas. Sólo murmullos, para recordar que el gobierno tampoco tiene dueños.