115 cardenales, todos hombres claro, eligieron al argentino Jorge Bergoglio, el pasado miércoles como el nuevo jerarca de la iglesia católica. Afuera en la plaza de San Pedro, unos días previos al cónclave, la arzobispo Janice Sevre-Duszynska fue detenida por manifestarse a favor de la inclusión de mujeres en la estructura formal de la iglesia católica.
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Sevre-Duszynska es sólo una de las decenas ya, de mujeres en todo el mundo que han sido ordenadas por sacerdotes que han renunciado a la iglesia y formado sus propias organizaciones e incluso se han casado.
Roman Catholic Womenpriests
La asociación de mujeres sacerdotes católicas romanas, nació en 2002 en Alemania con la ordenación de siete mujeres en el Río Danubio. En el 2003, Gisela Foster y Christine Mayr-Lumetzberger, fueron las primeras de este grupo que fueron ordenadas como obispos por el ex sacerdote argentino Rómulo Antonio Braschi.
La acción de estas siete mujeres originarias de Austria, Alemania y Estados Unidos, fue castigada por el entonces papa, Juan Pablo II con la excomunión. Acción promovida por Joseph Ratzinger, ahora papa emérito Benedicto XVI, debido al cargo que en ese momento tenía.
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A partir de ese momento, y con la ayuda de sacerdotes hombres que han abandonado la iglesia formal, han ordenado a 145 mujeres en todo el mundo.
Lo que piden, dicen, es un nuevo modelo de iglesia que respete la “voluntad de Jesús de que tanto hombres y mujeres que han recibido el llamado de Dios puedan ser discípulos e iguales”.
Siempre más “abierta”, la iglesia de Inglaterra sí permite la ordenación de mujeres sacerdotes desde 1994, cuando se ordenó al primer grupo de 32. Aunque tampoco se trató de un logro fácil de conseguir, sino que proviene de años de lucha que inició en la década de los setenta con el Movimiento para la ordenación de las mujeres en este país y que operó hasta que se les permitió incluir a las mujeres como reverendas.
Reverenda Angela Berners-Wilson, la primera mujer ordenada por la iglesia anglicana. Foto/Especial