Alrededor de 12 mil millones de dólares dejaron de ingresar al país en el sector turístico durante los últimos cuatro años, por una percepción negativa en el exterior por la inseguridad y por no hacer nada para contrarrestarla.
Así de claro lo dice Pablo Azcárraga, el presidente del máximo órgano empresarial del turismo en México. “No hubo un plan para manejar la crisis”, dice el empresario, a la vez que pone el énfasis en la necesidad de apuntalar las inversiones a través de políticas públicas efectivas, que no se queden a la mitad. Fonatur -afirma- “fue una buena idea, pero se le acabó la magia… dejó de funcionar”.
Usted dijo recientemente que el sector turístico tendrá inversiones históricas por cuatro mil 683 millones de dólares con proyectos específicos…
Lo que estoy anunciando es producto de una encuesta que hicimos entre todos los empresarios nacionales sobre los montos que estimaban invertir durante 2013 en turismo; desde la hotelería, infraestructura aeroportuaria, restaurantes, campos de golf, desarrollos inmobiliarios, etc. El anuncio es en base a 47 proyectos muy específicos con nombre, apellido, con fecha, mismos que están conformados por alrededor de 30 grupos.
Claramente venimos de años difíciles. La inversión turística que venía generando alrededor de tres mil 500, casi cuatro mil millones de dólares anuales, se cayó prácticamente a la mitad durante estos últimos años y ahora estamos viendo un repunte en la inversión que tiene que ver principalmente con el regreso de muchos de los proyectos que se quedaron parados o semiparados a raíz de la crisis.
Ahora todo esto tiene que venir acompañado de una política de gobierno que haga que se lleve a cabo, a través de una mejor arquitectura, más eficiente y competitiva, con esquemas que agilicen la inversión, con una mejora regulatoria que quite toda la excesiva tramitología.
México debe de dar todavía para más, no me cabe la menor duda de que si seguimos en el ciclo creciente de interés, de inversión en nuestro país, esta cantidad debe ir creciendo a las cifras que ya tienen otras economías, incluso menos dinámicas que la nuestra y con actividad turística más acotada. Esta cifra puede ir creciendo a que en seis años llegue a los 30 mil millones de dólares.
Uno de los problemas persistentes en el turismo es la falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno: municipios, estados y Federación. ¿Cuál es el estatus de esta coordinación?
Es algo en lo que estamos trabajando y que hemos venido platicando desde los candidatos a la Presidencia, en el gobierno de transición y ya con este gobierno en funciones. El momento de la verdad para nosotros se lleva a cabo en el municipio, por ejemplo. A veces una inversión que viene encaminada, que viene de una forma muy importante, se deja de hacer por una problemática municipal que, simplemente, hace que esa inversión se posponga o se deje de hacer.
¿Hay algún avance concreto en el tema municipal?
Hay mucho por hacer. Hay una desconexión que, por mala información, se pierden las oportunidades. Tenemos que poner las metas que debemos alcanzar, los mecanismos de medición para ir monitoreando cómo vamos, y tienen que ir todos: los diferentes gobiernos, empresarios y con toda la sociedad para buscar cómo llegar a hacer que las cosas verdaderamente pasen y no nos quedemos a la mitad del camino.
Los gobernadores tienen que asumir un rol mucho más activo. Seguimos con discusiones muy polarizadas entre crecimiento turístico y cuidado de los recursos naturales, y a veces tendemos a irnos a los extremos, simplemente por no platicar y tratar de entender que, efectivamente, el turismo debe cuidar los recursos naturales, pero también estos se cuidan mejor cuando hay una inversión bien hecha.
Ustedes los empresarios han señalado que la violencia ha sido un factor inhibidor del turismo, ¿cómo lo describe?
Lo veo en dos partes. La primera, la gente no está dispuesta a hacer turismo en un lugar donde considera que se expone. Pero creo que es aún más importante la otra parte, que tiene que ver con la percepción que se genera a raíz de los problemas de inseguridad.
Tenemos que entender que lo que le pasa a México ha pasado antes, no es el único país en el mundo que atraviesa por un problema de esta naturaleza y los países que han salido de esta problemática de percepciones negativas no lo hacen por pura casualidad, sino por un plan bien hecho, por inversiones asignadas a cambiar esa percepción. Nosotros nos hemos limitado a buenas intenciones y así no funciona.
En el turismo la crisis más grande que jamás ha tenido México se dio por la (crisis de la) economía mundial en los principales mercados emisores, pero también por la crisis sanitaria, que -creo- la manejamos mediáticamente mal. Luego vino la inseguridad y no tenemos un plan correcto para reaccionar, para equilibrar las noticias malas con muchas otras positivas que pudimoshaber generado.
Sinceramente el turismo se vio fuertemente afectado por no tener un plan para manejar la crisis. Estimamos que por año -durante los últimos tres o cuatro años- nos ha costado tres mil millones de dólares de ingresos en divisas este problema de percepción negativa por la inseguridad en México.
¿Tres mil millones de dólares en tres años?
Si vemos las cifras de la Organización Mundial de Turismo, debimos haber llegado a los 15 mil millones de dólares de ingresos en divisas hace dos años.
¿Siente el sector privado turístico apoyo desde las políticas públicas -financiamiento a través de la banca de desarrollo o desde la política fiscal- para detonar esta explosión del turismo de la que se habla?
No. Creo que una de las grandes oportunidades tiene que ver con cómo mejoramos el tema del financiamiento a las inversiones. Es urgente promover y consolidar un sistema de financiamiento para el turismo que respalde a las inversiones y disponga de instrumentos especializados, dadas las características propias del sector. En países donde se ha visto un crecimiento explosivo del turismo, por ejemplo República Dominicana, donde hace unos años no tenía el número de turistas que tiene ahora pero encontraron que había un futuro y generaron las condiciones para que se diera la inversión.
Es más, creo que hemos ido para atrás. Si vemos el caso de Fonatur, por ejemplo, fue una buena idea, funcionó muy bien muchos años, pero se le fue acabando la magia y le dejaron de asignar recursos porque se vio como un área de gasto y no como un área de generación de inversiones. Llevamos más de 10 años en los que Fonatur ha dejado de hacer su función para la que se inventó.
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