En el VII Gran Remate de Libros en el Auditorio Nacional se llevó a cabo hoy una lectura en voz alta, a cargo de los miembros más doctos en el arte de leer del Libro Club Itinerante Inventores Culturales, para la gozosa escucha del público variopinto que desde temprano llegó hasta ese recinto.

 

Lecturas de autores clásicos e incipientes, de antaño y contemporáneos, se fueron desgranando una a una como obsequio para quienes, persuadidos por el ambiente de letras que se respira en el coloso del Paseo de la Reforma, rodearon a los lectores profesionales con el objetivo de conocer las obras que les hacen falta para ser grandes lectores.

 

En el acto, la escritora Myriam Laurini Scaglia, titular del programa Libro Clubes de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal (SCDF), dio la bienvenida a los lectores del citado Libro Club y los dejó en manos de su público.

 

La promotora cultural recordó que existen Libro Clubes en diversos puntos de las 16 Delegaciones Políticas de la ciudad de México, y subrayó que insiste en fomentar la lectura porque si bien escribir significa mucho, eso se debe iniciar con la lectura.

 

“Eso ayuda a las personas a crecer, a elevar su autoestima y a ser cada día mejores ciudadanos. La ciudad de México tiene el mejor nivel de lectura en el país, lo que ayuda a los capitalinos a pensar más y mejor, y consecuentemente a ser más libres”.

 

Sobre los Libro Clubes subrayó que son administrados por personas voluntarias quienes destinan tiempo a la gente que desea ser gran lectora sin que nadie les pague un centavo por esa actividad formativa y enriquecedora para todo ser humano.

 

La SCDF también apoya a los recintos con lectores en voz alta, cuentacuentos y talleristas, quienes acuden a cada Libro Club para enseñar a leer, conocer obras maestras de la literatura y generar sus propias dinámicas de lectura.

 

Por tal motivo, arribaron esta tarde al Auditorio Nacional lectores quienes han trabajado de manera cercana en el Libro Club Itinerante Inventores Culturales.

 

La asistencia más alta registrada en esta actividad fue la de los niños y niñas, quienes tomados de la mano de su papá, mamá, abuelo o abuela se dieron a la tarea de escuchar a los lectores y luego, a pedir un libro para leerlo.

 

Hubo solicitudes en todos los tonos: Cándidas y de voz dulce, acompañadas con tandas alternadas de pataleos y berrinches, y no faltó el infante gritón que se tiró en el suelo. Sin embargo, todos ellos salieron del recinto con un libro nuevo bajo el tierno brazo.