El problema en la Eurozona no es Chipre, sino el euro y las decisiones políticas que obligaron a los bancos a la compra de bonos de países como Grecia, consideró Saxo Bank.
Lars Seier Christensen, co-fundador y CEO de la firma, comentó que el hecho de que una economía pequeña se pueda destruir en un fin de semana, por sí solo asusta, pero su destino quedó prácticamente decidido cuando la Troika reveló la primera versión de su rescate.
En su opinión, la solución podría acabar siendo peor que el problema, a la vista de los últimos esfuerzos realizados por la eurozona para salvar su proyecto, ya que no existe una línea coherente y aparentemente no se aprecia una coordinación en las declaraciones.
Además, los grandes planes dan la sensación de haberse improvisado de la noche a la mañana, por lo que los resultados son acordes con este escenario: malos.
Destacó el hecho de que Chipre contaba con cifras respetables tanto de crecimiento, como de deuda y economía pública, y más aún si se comparan con muchos otros países de la región, además de que tuvo que crear un sector de servicios financieros fuerte, al tratarse de una isla pequeña sin sector industrial o agrícola de los que poder vivir.
Esta isla, agregó, también posee una mano de obra preparada y angloparlante, además de poseer un marco jurídico británico, así que, en general no es un mal sitio para hacer negocios, en conclusión, han sabido sacar el máximo partido de sus posibilidades.
No obstante, explicó, lo que falló en Chipre fue que los banqueros contaban con que podían confiar en los políticos de la Eurozona para devolver sus créditos, además de que invertir mucho en deuda griega no es algo raro para un país tan íntimamente ligado a Grecia, y algo no muy distinto de lo que hacen otros bancos con su propia deuda soberana (en este caso, cuasi-soberana).
De ahí, subrayó, el sector bancario chipriota se sometió a una presión política suficientemente fuerte, al menos aquellos bancos que operan en Grecia, para que compraran bonos locales.
En tanto, agregó, los riesgos de esta concentración claramente fueron subestimados, pero básicamente se confiaba en que la Eurozona apoyara a cualquier país con problemas graves, incluida Grecia.
De hecho, refirió, ahora hay controles sobre el capital y restricciones de retiradas de dinero e impuestos sobre la riqueza de facto en la Eurozona, lo que significa que difícilmente se puede afirmar que exista el concepto del euro en el mismo formato de siempre.
A decir del especialista, existen al menos dos tipos de euros: el restringido de Nicosia y el no restringido del resto de la Eurozona.
Ambos disfrutan de dinámicas completamente diferentes y es probable que se esté frente al surgimiento de múltiples versiones del euro de aquí en adelante.
Y es que, señaló, es factible que se adopten medidas similares en situaciones similares; incluso la población se está preguntando ya si el siguiente país en caer será Eslovenia, Malta u otro mucho mayor.
Ante este panorama, recomendó ser precavidos ante las nuevas herramientas que se han introducido, como el control del capital y la ampliación del impuesto sobre la fortuna, ya que cualquier cosa puede esperarse en este momento que la crisis de la moneda única se acentúa y que el euro se desplaza rescate tras rescate de un país a otro.
Lars Seier Christensen subrayó que el problema real se encuentra en el marco que han dibujado los políticos, que ha impedido que el libre mercado lidie con los excesos a la manera del capitalismo.