Las autoridades de Estados Unidos han intensificado su investigan sobre presuntos casos de corrupción en el principal organismo del futbol mundial: la FIFA, lo que ha generado un conflicto diplomático, ya que el principal implicado es Jack Warner, actual ministro de Seguridad Nacional de Trinidad y Tobago.

 

El FBI, en colaboración con el IRS (Servicio de Impuestos Internos) de Estados Unidos, trata de esclarecer supuestos sobornos y otros casos de corrupción de Warner, quien hasta el 2011 fue vice presidente de la Federación Internacional de Futbol Asociación  (FIFA) y presidente de la Concacaf,  aunque la causa central de la investigación no ha salido a la luz y se lleva con completo hermetismo.

 

El primer ministro de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, ha reconocido que no ha logrado que las agencias estadunidenses que investigan el caso le brinden la información que tienen sobre el miembro de su gabinete pero que su gobierno le brinda “la presunción de inocencia” mientras no existan pruebas sobre los cargos.

 

La documentación que se maneja indica que se han detectado diversos escándalos en el entorno de la FIFA, algunos de los cuales datan del año 2011.

 

Warner, en un principio, fue acusado de entregar cerca de un millón de dólares a un colectivo de funcionarios de la Unión de Fútbol del Caribe (ICF) por dar su voto al catarí Mohammed Bin Hamman en las últimas elecciones de la FIFA, que revalidó el actual dirigente Joseph Blatter tras la retirada, finalmente, de su adversario.

 

Hamman dimitió de sus cargos en la FIFA en diciembre de 2012 y, posteriormente, fue inhabilitado de por vida por infringir el código ético.

 

El principal señalado por el FBI y la IRS es Chuck Blazer, que ejerció como presidente de la ICF durante casi 30 años y ex secretario general de la Concacaf (Confederación de Fútbol de Norte, Centroamérica y el Caribe), puesto al que aspira el mexicano Justino Compeán y que deberá decidirse en el próximo Congreso de la Confederación a realizarse el 19 de abril.

 

A Blazer se le atribuye un desvío de fondos por casi medio millón de dólares a una de sus empresas, a través de cuentas en el extranjero. Junto con él, otros 16 funcionarios de la ICF han sido investigados por el supuesto soborno de Warner, quien, sin embargo, fue declarado “inocente” por la FIFA.

 

Hace dos años Blazer dijo que los pagos eran una deuda de Warner con él, pero el Departamento del Tesorería de Estados Unidos también se unió a las investigaciones para buscar violaciones a las leyes del país.

 

Por su parte, durante el fin de semana, Jack Warner, ministro de Seguridad Nacional en la administración de Kamla Persad-Bissessar en Trinidad y Tobago aseguró no tener nada que temer y que no va a ser “crucificado” por parte de personas que piden su destitución.

 

“No creo que se sepa de algún otro político que durante los últimos tres años haya sido difamado y crucificado como lo he sido yo”, dijo Warner, quien ocupó los cargos de vicepresidente de la FIFA y presidente de Concacaf hasta su suspensión y eventual renuncia de estas funciones en 2011.

 

“El único objetivo es deshacerse de Jack Warner, porque hay quienes creen que si te deshaces de Jack Warner, entonces haces una grieta importante en la armadura del gobierno”, afirmó.

 

De acuerdo con las agencias de noticias, la investigación del FBI sobre presuntos actos de corrupción en el fútbol internacional se han intensificado recientemente después de que convencieron a un testigo clave: Daryan Warner, hijo mayor del ex ejecutivo de fútbol.

 

La principal oposición al gobierno de Trinidad y Tobago, el Movimiento Nacional Popular (PNM), en el sur de la nación caribeña, ha intensificado sus demandas para que Warner sea despedido y acusa al  el primer ministro Persad-Bissessar de encubrirlo.

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