Esta semana, la casa real española se sacudió cuando un juez implicó a la hija menor del rey Juan Carlos, Cristina, en un escándalo de corrupción y desvío de fondos públicos, en el que el principal señalado es su esposo, Iñaqui Urdangarín

 

Sin embargo, este no es el único escándalo relacionado con malos manejos en el que se han visto involucrados miembros de otras monarquías en Europa. Aquí algunos casos destacados.

 

Suecia

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En 2012, la princesa Victoria de Suecia fue acusada de corrupción junto a su marido, Daniel Westling, por supuestamente haber aceptado que un millonario sueco corriese con todos los gastos de su luna de miel.

 

La noticia, de elevada relevancia internacional, provocó una oleada de comentarios que enturbió del todo la hasta entonces bastante limpia historia de la monarquía sueca.

 

Sin embargo, el caso no prosperó porque el fiscal consideró que, al no tratarse de un cargo electo, no podía considerarse corrupción.

 

 

 

Bélgica

 

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El hijo menor de los reyes de Bélgica, el príncipe Laurent, admitió en 2007 que estaba al corriente de que el dinero con el que su consejero personal, el coronel Noël Vaessen, le ayudaba a decorar y mantener su casa procedía de la Marina. El príncipe belga logró evitar la imputación y sólo visitó la corte en calidad de testigo.

 

Tiempo después también salió a la luz que Laurent tenía negocios con uno de los hijos de Gadafi.

 

Italia

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Quien sí ha pisado el banquillo de los acusados (y varias veces) es Victor Manuel de Saboya, hijo del último rey de Italia, Humberto II.

 

En 2006 -sólo tres años después de su regreso a Italia, tras medio siglo de exilio- pasó una semana entre rejas acusado de corrupción y explotación de la prostitución.

 

De Saboya también ha sido procesado por homicidio y tráfico de armas, cargos por los que tampoco llegó a ser condenado.

 

 

Inglaterra

 

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Inglaterra, tal vez la monarquía con más poder real y también simbólico en Europa, no ha estado exenta de este tipo de escándalos. En 2011, la imagen del príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II, acompañado de una prostituta menor de edad salió a la luz y con ella una serie de acusaciones en su contra.

 

La indagación de los gastos del duque de York como enviado comercial de este país demostró que sus viajes al extranjero habían costado unos cinco millones de euros al contribuyente, además de los 300 mil euros anuales que Andrés recibía de la reina y los sueldos del personal de servicio que cuida de su apartamento en los aledaños del Castillo de Windsor.