BARCELONA, España.— Lionel Messi fue la tabla de salvación del Barcelona al salir de la banca para liderar la reacción que permitió al club español empatar el miércoles 1-1 con el París Saint Germain y avanzar por sexta edición consecutiva a las semifinales de la Liga de Campeones.

 

El tanto de Pedro Rodríguez, con Messi como gestor, a los 71 minutos le dio el empate al Barcelona que se clasificó por la regla de goles de visitante tras la igualdad 2-2 la semana pasada en París. La eliminatoria terminó con un 3-3 en el marcador global.

 

En busca de su cuarta corona continental en ocho años y quinta en total, los azulgranas le deben la vida al apurado concurso de Messi, quien ingresó de suplente a los 62 minutos con marcador adverso tras el tanto inicial de su compatriota Javier Pastore a los 50 por el PSG.

 

Reservado en la banca por el timonel Tito Vilanova, quien prefería no arriesgar después de su lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha sufrida en la ida, el astro argentino cambió la dinámica de un partido que se le había puesto cuesta arriba al Barsa, e ingenió el empate de Pedro.

 

Invicto en sus dos choques con el Barça, el PSG se despidió honrosamente de una competición que nunca ha ganado en sus 43 años de historia y cuya única semifinal previa llegó precisamente tras eliminar a los azulgranas en 1995.

 

Los locales afrontaron el partido de forma bastante más casual que la remontada sobre el Milan en octavos, justos de tono vital en el mediocampo y excesivamente destensados en defensa. Ante la escasa presencia de Cesc Fábregas y David Villa en el frente de ataque, apenas las llegadas de Andrés Iniesta y la profundidad de Pedro Rodriguez exigían en la primera mitad a la retaguardia parisina, bien organizada y atenta a los balones interiores.

 

Sólo Xavi Hernández inquietó con un tiro libre ajustado al poste derecho de Salvatore Sirigu en el arranque; Y, con la consigna de atacar la espalda de los laterales azulgranas, Zlatan Ibrahimovic, Lucas Moura y el argentino Ezequiel Lavezzi cayeron con frecuencia a las bandas, en busca de los balones verticales lanzados por Pastore, quien se multiplicó en tareas organizativas.

 

El PSG fue tomando el control de la situación conforme crecía la figura de Pastore y disminuía la de Fábregas en el bando local, salvado por Víctor Valdés de alcanzar el descanso en desventaja. El arquero azulgrana privó por dos veces a Moura de inaugurar el marcador, la segunda en espectacular vuelo tras cabecear el brasileño un centro de Ibrahimovic.

 

Previamente, el sueco también había asistido la llegada de Lavezzi, cuyo remate forzado con la puntera encontró el cuerpo de Valdés; e Ibrahimovic mejoró su faceta de repartidor tras el descanso, cuando combinó con Pastore en el mediocampo tras otra pérdida local y el argentino, en escapada, batió serenamente con la zurda a Valdés, quien apenas pudo desviar levemente el balón.

 

El 1-0 provocó el inmediato calentamiento de Messi y el chileno Alexis Sánchez en la banda, y el argentino ingresó al poco tiempo sustituyendo a Fábregas, junto al canterano Marca Bartra en lugar del lesionado Adriano y con el aliento de todo el estadio a sus espaldas.

 

El peso de liderar la remontada solo siete días después de caer en el Parque de los Príncipes se antojaba desmesurado incluso para el cuatro veces ganador del Balón de Oro, y Messi evidenció su falta de rodaje en su primera ocasión, un rechace de Sirigu a tiro de Iniesta que el rosarino no acertó a remachar en el área.

 

Con los nervios a flor de piel, el Barsa atacó con igual voluntad que desorden y se expuso a los contragolpes visitantes, pero Pastore llegó demasiado justo de fuerzas en su segunda cabalgada y Messi, pletórico de recursos técnicos, concibió el gol en su siguiente aparición, atrayendo la atención de la defensa parisina por el centro y profundizando para Villa, cuya dejada engatilló con rabia y de zurdas Rodríguez, al fondo de la red.

 

Liberado, el Barça gestionó mejor el empuje final del PSG e incluso rozó el segundo tanto en una acción individual de Iniesta. Evidenciando una vez más que, con Messi sobre la cancha, la vida es mucho más fácil.