El personaje protagónico de Lazos perversos bien podría haber nacido en la imaginación de Tim Burton. Se trata de una adolescente llamada India Stoker (notable Mia Wasikowska, quien por cierto fue la Alicia de aquel desastre burtoniano llamado Alice in Wonderland, 2010) cuyo padre fallece en un accidente automovilístico ocurrido justo en su cumpleaños dieciocho. Sumida en una obscura melancolía, India pareciera estar en luto perpetuo: su libro favorito es la Enciclopedia de los Funerales, permite que los insectos se le trepen al cuerpo cual si ella misma fuera un cadáver y pelea al tú por tú con los adolescentes de su escuela, armada únicamente con lápices afilados.

 

Para el funeral de su padre llega el tío Charlie (Matthew Goode), otro obscuro persona- je que desde lejos observará a India y que llegará a pertur- bar aún más las relaciones familiares, toda vez que pareciera querer llenar el vacío que dejó tras su muer- te el padre de la chica.

 

Afortunadamente esto no es una película de Burton; bajo un escenario que remite de inmediato al cine de Hitchcock (concretamente a Shadows of a Doubt con quien comparte similitudes en la trama) el cineasta coreano Chan- wook Park encuentra con estos persona- jes y esta trama el ambiente ideal para hacer su primera película en Hollywood.

 

Ya legendario por su trilogía de la venganza (Sympathy for Mr. Vengeance, Oldboy y Lady Vengeance) Chan-wook aprovecha la ocasión para divertirse y hacer de esta historia un viaje pertur- bador pero de una complejidad visual como hace mucho no se veía en el cine de Estados Unidos.

 

Maestro de los espacios y el encuadre, Chan-wook no duda en echar mano de todos sus recursos de experto cineasta para impresionar-molestar-sorprender al público: lo mismo se permite congelar una escena para que una voz en off siga hablando, que hacer transiciones simétricas de un plano a otro o sutiles planos secuencia con una cámara que pareciera no saber de imposibles pero que siempre cuida la gracia en sus movimientos.

 

Famoso por la violencia en sus películas (se decía que Chan-wook filmaba las cintas que Tarantino no se atrevía a filmar), para esta entre- ga decide bajar el tono de las escenas sangrientas en pos de la elegancia en su manufactura.

 

Lo sorpresivo en Stoker (nombre original de la cinta) no radica en el qué sino en el cómo. Un auténtico ejercicio de cinematografía que fas- cinará a los cinéfilos de cepa pero que probablemente deje indiferente a aquellos que sólo busquen una historia o una cinta para pasar el rato. Lástima por quienes no se permitan la oportunidad de ser hipnotizados por el impresionante arte de Chan-wook Park