LinkedIn es una de las redes sociales más populares. Cuenta con millones de usuarios en todo el mundo y debe su éxito, entre otras razones, al haberse enfocado en un nicho altamente interesado en conectar comunidades online: el de los profesionales, en su mayoría con un buen nivel de estudios, en busca de oportunidades de empleo. En términos de negocio, recientemente se publicó que el cuarto trimestre del 2012 representó el punto de inflexión de sus resultados financieros al generar más de 300 millones de dólares en ventas, con una ganancia neta de 11 millones de dólares, cifra que seguramente se incrementará con el paso del tiempo.

 

Esto abre la puerta para revisar un poco la historia de su fundador, Reid Hoffman, quien no es un improvisado en materia de emprender negocios en internet; Hoffman trabajó en el proyecto eWorld, en Apple, un servicio online que funcionó entre 1994 y 1996, e incluía envío de correo electrónico, además de un lugar centralizado en el que se compartía un boletín, para después fundar una red social, SocialNet, cuyo propósito era generar citas amorosas. Posteriormente se unió a la popular empresa de pagos por internet, PayPal, para finalmente abrir LinkedIn.

 

Hace un año aproximadamente, Hoffman escribió el libro The Start-up of You, en coautoría con Ben Casnocha, otro emprendedor radicado en la zona californiana del Silicon Valley, nombrado por la revista Business Week como uno de los jóvenes emprendedores estadunidenses con mayor influencia, y en el que dan un repaso a la importancia de imprimir siempre un sello personal para ser un emprendedor exitoso, entre muchas otras cosas.

 

Ganar, por ejemplo, requiere mucho más que construir un producto superior. No significa que esta variable no sea importante, de hecho, es fundamental, pero temas como la distribución, y algo que sea completamente disruptivo, como él considera lo fue LinkedIn, ayudarán a anotarse puntos a favor. Instagram, Facebook, y Airbnd, una plataforma bastante única en la industria de viajes. Y tienen, sobre todo, ese sello único, esa personalidad diferenciadora. Una última recomendación, asociada a estos conceptos es no ingresar en mercados demasiado saturados.

 

Hoffman avanza siendo incluso divertido en algunos de los conceptos como “Si no te sientes avergonzado por tu primer lanzamiento, probablemente estás lanzando demasiado tarde”, o “Ten un plan Z”, haciendo referencia a la necesidad de tener no sólo un plan B, C o D, sino muchos más.

 

Leer historias (y libros como el de Hoffman) de emprendedores resulta sumamente inspirador para quienes de una u otra forma hemos estado vinculados a la industria digital. Cierro pensando que en un país con buen espíritu de emprendimiento como México, con perspectivas interesantes en lo económico, experimentar en digital puede ser una gran opción: es un mercado siempre creciente, con la existencia permanente de nuevos potenciales consumidores, a quienes se tiene la posibilidad de localizar literalmente, a un clic; también es una industria en la que, incluso, podrían generarse ideas sin requerir montos de inversión estratosféricos. Quién dice que en nuestro país no pudiéramos tener el próximo LinkedIn. Sólo es cuestión de tener siempre plan Z, arriesgar, encontrar el mercado adecuado y pensar disruptivamente, entre otras cosas.

 

@jorgetaboada