Uno de los jóvenes expulsados del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan aseguró que las autoridades universitarias los criminalizaron por su actividad política al interior del plantel, hasta que lograron removerlos como estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en febrero pasado.
Durante una plática que sostuvo con alrededor de 30 universitarios que quisieron escuchar su postura y su versión de los hechos, el joven dijo que desde fueron perseguidos y acosas dentro de las instalaciones educativas, sin que las autoridades universitarias o el Ministerio Público tomaran cartas en el asunto.
“Con los acuerdos de agosto comenzamos a sufrir agresiones y represiones por parte del secretario general Keshaba Quintanar y hago una denuncia pública si se puede. Empezó a mandar personas a seguirnos y a golpearnos, muchos fuimos amedrentados y golpeados por personas”, narró el martes a medio día afuera del edificio de rectoría que mantuvieron tomado por tres días.
Aseguró que, aunque firmaron un acuerdo en agosto para evitar represalias por las movilizaciones ocurridas ese mes y en el que la directora fue removida de su cargo, las autoridades continuaron acosándolos.
Sin embargo, dijo, las agresiones se elevaron de nivel en febrero que regresaron de las vacaciones de invierno.
“Hay un personaje que se llamaba José Mariano Rangel Castillo que no lo conocíamos antes de las vacaciones de diciembre. La mandaron directamente a seguir a los compañeros, íbamos a nuestras clases y él estaba afuera de nosotros (sic), íbamos al baño y él estaba afuera de nosotros, nos seguía, nos escupía, nos decía porros, pseudo estudiantes, fósiles”, narró.
El joven afirmó que es estudiante regular del CCH y cursa el sexto semestre, sólo que también participa en movimientos políticos, en los que están “organizados”.
Ésta fue la razón de que esos cinco días de febrero fueran amedrentados, detenidos y finalmente expulsados de la Máxima Casa de Estudios, acusados de haber agredido a 16 trabajadores del centro escolar al que acudían.
“El primero de febrero nos golpearon alrededor de 40 trabajadores pero hubo gente infiltrada que no conocíamos, gente con carácter de ex militares, de policías, gente que era muy grande, fuerte robusta y con tácticas.
“Ellos empezaron a incitar a la comunidad, que nosotros habíamos golpeado a los trabajadores. Las actas de expulsión que tenemos son del primero de febrero y dicen que fue por ataque a los trabajadores. Ellos no han vertido ni un video del primero de febrero.
“Ese día nos acorralan y nos golpean en l a entrada, nosotros nos juntamos para irnos juntos y cuando salimos se nos negó la salida y se nos empieza a amedrentar. “Ya valieron madres” y nos empezaron a pegar con la policía estatal afuera”, contó el joven, que en ningún momento aceptó quitarse la capucha, argumentando que era por su seguridad.
Además, consideró absurdo que los hubieran acusado de haber golpeado a los 16 trabajadores al mismo tiempo, cuando “eso no se puede”. Y reiteró que todo fue parte de un montaje.
“Los seis expulsados los denominaban gente importante de los grupos políticos. Que casualidad que fueron uno de cada uno de los grupos políticos”.
El joven dijo tener pruebas de las averiguaciones previas que interpusieron en el Ministerio Público del municipio y ante las instancias jurídicas del CCH, sin que hubieran tomado cartas en el asunto.
Para el cinco de febrero, dijo, las cosas subieron de tono y el grupo porril denominado Federación Estudiantil de Naucalpan (FEN) los puso con la policía.
“Nosotros llegamos y estaba atascado con la policía ministerial, la policía estatal, la PGJ y la policía municipal. A los expulsados no nos dejaron entrar y nos quedamos protestando. En eso llega el grupo porril y nos ataca desde afuera. Al ver eso la comunidad estudiantil nos abren la puerta para no estar sufriendo los ataques porriles.
“Al entrar pedimos un dialogo con el secretario general y no se nos da, con el director, Benjamin Barajas, y no se nos da. Lo que sucedió es que se mandó al grupo porril FEN a que nos amedrentara, estuvimos recibiendo insultos toda la tarde.
“A partir de las 8 de la noche, el grupo porril se mete por nosotros. Nosotros estábamos invitando a la gente a la marcha de 6 de febrero, estábamos hablando en el megáfono con la cara descubierta hablando hacia la gente para invitar a la gente a la marcha.
“El grupo porril nos sacó a la explanada y allí estaban la policía, nos sacan arrastrando. Cuando nos suben a las patrullas nos dicen que ya veníamos escogiditos desde adentro”.
Después de narrar todo esto, reconoció que la toma de la rectoría no era el mejor método, pero después de que agotaron todas las instancias, fue la única opción que les quedó.
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