La Gendarmería Nacional, el organismo bandera del gobierno de Enrique Peña Nieto en materia de seguridad pública, iniciará su camino a finales de esta semana con la selección de 900 capacitadores de las Fuerzas Armadas.
Su andanza continuará a principios de mayo con cursos multidisciplinarios de tres meses -mayo, junio y casi todo julio- a quienes se pretende formen la primera generación de 10 mil soldados a entrar en servicio en 2014.
Para este plan piloto se ha escogido mayoritariamente a elementos de las zonas militares de Puebla, San Miguel de los Jagüeyes, en el Estado de México, y el Campo Militar Número 1, en el Distrito Federal.
Los menos, tanto soldados como marinos, serán trasladados de otros lugares para prepararse y, posteriormente, dedicarse a capacitar a compañeros suyos hasta superar los 10 mil iniciales y, en años subsecuentes, generaciones similares hasta formar 60 mil al final del sexenio.
La primera generación estará compuesta por unos ocho mil elementos de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) y dos mil de la Secretaría de Marina (Semar) y sobre la marcha se decidirá si se mantiene esta composición a lo largo del sexenio.
En los cursos participará personal de muchas disciplinas: abogados, criminólogos, especialistas en derechos humanos, expertos en el modus operandi de la delincuencia organizada, protección civil y otras materias.
Fuentes del gobierno, donde se pule la estrategia, llamaron la atención sobre el origen castrense del proyecto bajo la supervisión de funcionarios de la Secretaría de Gobernación (Segob).
La aprobación final corresponde al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y su implementación al comisionado nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb.
El proyecto es integral para, como ha prometido el propio Mondragón y Kalb, convertir a los integrantes de la Gendarmería Nacional en personas muy identificadas con la sociedad mexicana.
Esta característica será notoria en cuanto entre en operación. No nada más no interferirá con la Policía Federal (PF) ni con los cuerpos de seguridad estatales y municipales, sino tendrá personalidad propia y funciones de apoyo.
En relación a la primera, su principal variante será que la Federal -hoy de 35 mil agentes, al concluir la administración unos 50 mil- mantendrá movilidad para trasladarse a los lugares de conflicto o de alto riesgo.
Es el caso de Guerrero, a donde acudió para desalojar una sola vez -las demás estuvo de espectadora- a los maestros cuando habían bloqueado la Autopista México-Acapulco en ambos sentidos en víspera de Semana Santa, la principal temporada de afluencia turística para el puerto.
En cambio, la Gendarmería permanecerá en sus zonas de origen y será apoyo tanto para la población como para las fuerzas de vigilancia locales.
Estos criterios fueron establecidos desde el origen. Cuando Mondragón y Kalb acudió al Senado de la República para ser ratificado como comisionado nacional, adelantó un bosquejo que ahora se define en reglas específicas.
En éstas queda clara otra variable en relación a experimentos anteriores.
A finales de los 90, cuando se creó la Policía Federal Preventiva (PFP) durante el gobierno de Ernesto Zedillo, se designó al ahora senador hidalguense Omar Fayad como director general y se le entregaron varios miles de soldados -la idea era sumar seis mil- para incorporarlos de inmediato a labores de seguridad pública.
Él no estuvo de acuerdo y prefirió renunciar, camino en el cual lo siguió su adjunto Simón Vargas Aguilar.
Al frente de la PFP fue enviado el entonces vicealmirante Wilfrido Robledo, quien dio estructura a la corporación y hoy es conocido como su creador.
Sin embargo, apenas transitó a la administración de Vicente Fox y Alejandro Gertz Manero cambió toda la estructura, ya sin participación militar.
La ausencia de milicia siguió con Felipe Calderón y el secretario Genaro García Luna.
Mondragón y Kalb revivió el uso de militares y marinos pero con una gran diferencia: previamente serán capacitados y tanto la experiencia como las necesidades futuras determinarán si se prolonga esta práctica de emergencia.
Pero sean o no integrantes con permiso de las Fuerzas Armadas, ha dicho el comisionado, la pretensión es formar 10 mil al año y al terminar el sexenio tener una Gendarmería con 60 mil elementos, quienes sumados a los 50 mil de la Policía Federal integrarán una fuerza de 110 mil, suficientes para no depender del Ejército y la Marina como ahora.
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