Todo está listo para el regreso de Benedicto XVI al Vaticano la próxima semana, luego de permanecer poco más de dos meses en la residencia de Castel Gandolfo, tras la entrada en vigor de su renuncia al pontificado.

 

Joseph Ratzinger se trasladó a las villas pontificias la tarde del pasado 28 de febrero, pocas horas antes de convertirse en Papa emérito y del inicio del periodo de sede vacante que concluyó con la elección del argentino Jorge Mario Bergoglio como nuevo pontífice.

 

El mismo Benedicto XVI eligió su residencia antes de su retiro, en la cual estará “escondido del mundo”, como anunció en uno de sus últimos discursos públicos.

 

Se trata de un edificio construido a inicios del siglo XX, ubicado en la parte posterior del territorio vaticano y con vista a la Basílica de San Pedro.

 

La construcción está formada por cuatro pisos con doce celdas monásticas, un ala nueva de alrededor de 450 metros cuadrados, una capilla, el coro para las claustrales, una biblioteca, un pequeño jardín y un robusto muro que delimita la zona de clausura.

 

También cuenta con un huerto propio en el cual se cultivan chiles, tomates, calabacines, brócoli, además de unos limoneros y naranjos.

 

Según anticipó el portavoz vaticano Federico Lombardi, con Benedicto XVI vivirán las cuatro mujeres consagradas de la comunidad “memores domini” que lo ayudaban con sus labores domésticas y su secretario personal Georg Gaenswein, también prefecto de la Casa Pontificia.

 

En el monasterio también habrá lugar para recibir al hermano del Papa emérito, Georg Ratzinger, y para un diácono alemán que se ha añadido a la pequeña “familia pontificia” y que ayuda al pontífice cuando Gaenswein se encuentra en el Palacio Apostólico.

 

Tras la “mudanza”, por primera vez en la historia convivirán dos Papas en El Vaticano, uno emérito y el otro reinante.

 

De hecho, el Papa Francisco residirá a escasos centenares de metros, en la residencia de Santa Marta, donde “se encuentra muy a gusto”, según confirmó Lombardi.