Corría el año de 1965 y en la radio dominaba la escena el rock británico. Música del viejo continente sonaba por todo el mundo avalando a la Gran Bretaña como cuna y bastión del rock mundial.

 

Bandas como The Beatles y The Rolling Stones competían virtualmente solas por las preferencias del público; el movimiento social en Europa era totalmente diferente al que se vivía en la Norteamérica de la posguerra.

 

Fue entonces cuando, en respuesta a la oferta de autos deportivos del viejo continente se originó el concepto del Muscle car en Estados Unidos. Autos más grandes y con poderosos motores V-8 que contenían un exceso de caballos de fuerza, ideales para los espacios abiertos del territorio norteamericano, permitían un desparpajo en lo que al ahorro de combustible se trataba.

 

Una economía en auge y una creciente popularidad de rutas calientes y carreteras de resistencia que permitían mostrar su fuerza con poco interés por la seguridad y el manejo de precisión. De esta misma manera irrumpió en la escena musical una banda conocida por todos y originaria de la playa de Venice en California.

 

Catapultaría el rock americano a la escena mundial: The Doors. Esta agrupación tomó su nombre de un poema de William Blake –paradójicamente británico- y que hacía referencia a las puertas de la percepción humana. Después de un inicio azaroso conformó su virtuosa alineación final con Jim Morrison, Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore.

 

thedoors

 

Paralelamente a los rebotes del destino de The Doors y su creciente fama y éxitos como “Break on through” y “Light my fire”, los Muscle Cars americanos sufrieron de inicio el desamor de los consumidores por su aparente mecánica primitiva en relación con sus iguales europeos.

 

Alemania se centró en la economía con el Volkswagen Escarabajo y el rendimiento, con Mercedes-Benz y el Porsche 356. La italiana Ferrari equilibraba caballos de fuerza con manipulación. En poder, nunca igualaron a los Muscle Cars, ya que no era necesario en los estrechos confines de Europa. Los automóviles europeos como consecuencia se diseñaron mejor. Los frenos de disco, por ejemplo, eran equipos estándar en 1960, pero rara vez se veían en los coches americanos.

 

A pesar de esta aparente desventaja, el Chevrolet Camaro, el Dodge Charger, AMC Javelin y el Plymouth Barracuda inundaron el mercado abriendo paso a esta nueva clase de autos deportivos. La promesa de libertad, rebeldía y vértigo, no tardó en provocar que estos autos -al igual que el look del icónico “Rey Lagarto”- permearan en la sociedad consiguiendo los favores del consumidor.

 

El Ford Mustang fuel el que consiguió unir lo mejor de los dos mundos deportivos lanzando al mercado a finales de 1964 sus dos versiones, V-6 y V-8 montados en un auto mediano, mas similar a los coches europeos, dando origen al término “Pony Car”, un cupé con un cofre infinito y un habitáculo reducido tirado hacia la parte trasera concretando así la entrada triunfal de estos automóviles en el mercado de América en toda su extensión.

 

Los que tenemos edad suficiente para recordarlo, no podremos negar que fueron míticos esos paseos a bordo de un Mustang entretenidos en dilucidar qué sonaba mejor, si “Love Me Two Times”, “People Are Strange” o los más de 300 caballos de fuerza con los que rugía su motor; pero no importaba y nunca importó ya que las cinco generaciones de Mustang se ocuparían de eliminar las desventajas mecánicas. Es un hecho que hoy, los Muscle Cars americanos le discuten al tu por tu a cualquier automóvil del mundo.

 

FOTO: COLECTIVOMIER.

 

A pesar de haber tenido actividad tan solo de 1965 a 1973, The Doors ha vendido más de 100 millones de álbumes en todo el mundo.

 

* Desde 1964 hasta la fecha, Ford Mustang tiene cinco generaciones de evolución automotriz.

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