BEIRUT. El viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Mikhail Bogdanov, aseguró ayer que su país rechaza una intervención extranjera en Siria y desconfía de las acusaciones sobre uso de armas químicas por parte del régimen de Damasco. En declaraciones a la prensa en Beirut, donde se encuentra de visita, Bogdanov señaló que también se oponen a la utilización de los territorios de los países vecinos para una eventual intervención. “Nos preocupa la prolongación del conflicto sirio, ya que significa un incremento de la división en el Líbano y en la región. Es imprescindible que encontremos una solución rápida a la crisis”, afirmó.

 

Interrogado sobre la presunta participación del grupo chií libanés Hizbulá en los combates en Siria, aseguró que miembros del movimiento le han asegurado que “despliegan esfuerzos para no intervenir en los asuntos sirios”. Por otro lado, en declaraciones a la televisión de Hizbulá Al Manar, dijo que hay que “saber la verdad y tener pruebas” sobre el uso de armas químicas en Siria. “No debemos confiar en la información reportada por medios de comunicación que no está basada en hechos”, agregó Bogdanov, que recordó cómo “el pretexto de la presencia de armas nucleares” sirvió para invadir Irak.

 

El ministro sirio de Información, Omran al Zubi, acusó ayer a Estados Unidos y Reino Unido de mentir sobre el uso de armas químicas por el régimen de Damasco con el fin de preparar el terreno para una invasión del país árabe. El ministro sirio reaccionó con estas declaraciones a la advertencia del presidente de EU, Barack Obama, de que cambiará su “cálculo” sobre cómo actuar ante la crisis en ese país si se confirma el empleo de dichas armas El secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, aseguró hace tres días que los servicios de inteligencia estadunidenses han detectado el uso de armas químicas, especialmente gas sarín, pero la Casa Blanca matizó que no hay pruebas suficientes. El conflicto en Siria estalló en marzo de 2011 y ha causado la muerte de más de 70 mil personas y un éxodo de desplazados que supera ya los dos millones, según datos de las Naciones Unidas.