De prisa, rumbo al acto oficial por el Día Internacional del Trabajo, en Los Pinos, el octogenario líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y presidente del Congreso del Trabajo (CT), Joaquín Gamboa Pascoe, evitó hablar de las demandas de sus representados. Incómodo, zanjó: “yo ahorita no me puedo meter ahí”.

 

Así, en el centenario de la celebración del Día del Trabajo en México, Gamboa dio vuelta a la página y archivó al que fuera todopoderoso e influyente movimiento obrero organizado que, sin chistar, fue desplazado por el sindicalismo independiente, aunque en la celebración de ayer en el centro de la capital mexicana, se impuso el movimiento anarquista que desconoce pactos, alianzas y cruzadas y retoma el discurso de hace medio siglo, de la lucha de clases, el proletariado y la burguesía.

 

Día de contrastes en el que hasta la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación aceptó cambiar de sede su plantón nacional indefinido y, poco antes de las cinco de la tarde, se mudó al espacio en torno a la estatua de Carlos IV (El Caballito), frente al Palacio de Minería, porque éste jueves el Zócalo debe lucir despejado en la visita de Barack Obama; pero mañana viernes los maestros de Michoacán, Guerrero y Oaxaca retornan para acampar indefinidamente en protesta por las reformas laboral y educativa.

 

Vaya, incluso, minutos después de que oficiales e independientes desalojaron el Zócalo, el Movimiento Proletario Independiente (MPI) irrumpió sobre la plancha y, a un costado del asta bandera, hizo mitin solitario con discursos incendiarios de corte anarquista; uno de sus oradores fue un estudiante expulsado del CCH Naucalpan.

 

Y por la tarde, poco más de una centena de jóvenes militantes del Partido Comunista Mexicano y del Frente Oriente Colectivo Simón Bolívar, se plantó frente a Palacio Nacional y celebró breve mitin con oradores que bordaron contra el Pacto por México y adelantaron que integrarán un gran frente anticapitalista y antiimperialista en México.

 

Ayer, celebración del Día Internacional del Trabajo, en tres escenarios en el Zócalo. Uno tempranero, organizado por el Congreso del Trabajo, con tres oradores: Rafael Salgado Sandoval por la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), en representación del senador Isaías Cuevas; José Luis Carazo, por la CTM y Jorge Martín del Campo a nombre de la Federación Laboral Mexicana.

 

Los tres respaldaron al Pacto por México, lo ponderaron como pauta de justicia para mejorar la calidad de vida de los trabajadores; incluso Salgado dio un mentís a quienes dudaron que el CT pudiera llenar el Zócalo –se estima hubo más de 40 mil asistentes–e indicó que ello es muestra de que el movimiento obrero está vivo.

 

Gamboa Pascoe no fue orador, pero accedió a una entrevista banquetera, en la que comentó que hay molestia entre gente interesada en crear confusiones en varios estados, en alusión a las movilizaciones en Guerrero y Michoacán.

 

Hace cinco días Gamboa cumplió 86 años en el cargo que, en su momento, le negó Fidel Velázquez Sánchez porque lo tenía reservado para Blas Chumacero, aunque éste falleció a los 92 años y sin probar las mieles del entonces poderoso liderazgo cetemista. Gamboa es fiel a su disciplina priista y no se metió en complicaciones.

 

Luego, desalojado el espacio por el movimiento obrero organizado, los dirigentes del sindicalismo independiente se instalaron sin desmontar la enorme manta, escenografía de consigna que rezaba en rojo y blanco: “Por un nuevo rumbo económico y político y por el rescate de la nación”.

 

Y por esa tribuna desfilaron lo mismo América del Valle, en representación del Movimiento por la defensa de la tierra de San Salvador Atenco, que Martín Esparza, dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas, aunque no pudo hilar un discurso, la improvisación no se le dio y sólo transitó en los lugares comunes contra el gobierno y su idea de una empresa generadora de electricidad en el Valle de México.

 

Pero el desfile del sindicalismo independiente, o parada obrera de los no oficiales, fue como carrusel en este día en que nadie recordó que hace cien años, el entonces dictador Victoriano Huerta autorizó una marcha –en ocasión del 23 aniversario de los mártires de Chicago—en la que participaron unos 25 mil trabajadores, aunque no había sindicatos, del Zócalo al Hemiciclo a Juárez, pero 24 días prohibió otra que se solicitó celebrar en Tacubaya.

 

Olvidos institucionales o amnesias elementales, pero el tema del centenario nadie lo tocó, ni siquiera los anarquistas que invocan a los hermanos Flores Magón, salvo Davide Bahena, quien fuera dirigente del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear y hoy es secretario general de la Federación de Trabajadores de la Energía, al lado del movimiento independiente, éste que la Unión Nacional de Trabajadores no ha logrado consolidar.

 

Muestra de ello fue que, en la movilización por este blindado Zócalo al que no llegaron barruntos de violencia, la CNTE fue cabeza visible de la organización y cada orador en el presídium abandonado por el sindicalismo oficial, brindó el apoyo a los maestros de la CETEG y a los normalistas de Michoacán que, llegados desde Tiripetío coordinaban espacios para el plantó que sólo duró un par de horas.

 

Y es que, cuando caía la tarde y los maestros de Michoacán, Guerrero y Oaxaca marcaban espacios y abrían tiendas de campaña, en el costado oriente de la plancha del Zócalo, alguien desde el gobierno federal y con apoyo del capitalino, dialogaron y negociaron con los dirigentes de la CNTE que, en un autobús de la Normal de Tiripetío, con las placas 2KJA17, improvisaron un espacio para informar a los representantes de las más de 20 regiones michoacanas, que hasta el viernes se instalaría el plantón en ese lugar. Sin duda, la visita del presidente de Estados Unidos fue factor que la disidencia magisterial entendió.

 

Los jóvenes anarquistas no se enteraron de esa negociación, menos los del Partido Comunista Mexicano, cuyo secretario general, Marco Vinicio, despotricó contra el Pacto por México y descalificó a los partidos políticos, en el mismo tenor que el MPI lo hiciera mediante representantes de quienes tomaron la rectoría de la UNAM o del Frente Popular Francisco Villa Independiente.

 

El caso es que cuando la tarde agonizaba, la presencia de este puñado de anarquistas demostraba, en el corolario de la celebración del Día Internacional del Trabajo que el llamado movimiento obrero organizado, es decir, el oficial encauzado en el Congreso del Trabajo, ha perdido presencia e influencia, mientras la CNTE que ha sido combativa y prácticamente fue protagonista de este singular desfile de sindicatos y líderes de corte independiente, al final aceptó una negociación para no dar mala imagen en el Zócalo, cuando Barack Obama llegue por esos rumbos este jueves.

 

Campaña contra medios

 

En el mitin de integrantes del Partido Comunista Mexicano y el Frente Oriente Colectivo Simón Bolívar, es decir, anarquistas, un joven que se sintió ofendido por lo publicado en este diario, acusó que hay una campaña de desprestigio en su contra.

 

“Hemos recibido una embestida del Estado burgués en los periódicos El Universal, La Razón y 24 HORAS”, dijo el joven que ha sido identificado como uno de los encapuchados anarquistas que proceden con violencia en las marchas.

 

Sin embargo, a este medio solo lo incluyó en esa relación de quienes, desde su óptica, han violado su privacidad utilizando correos electrónicos y tuits personales, para responsabilizarlos de actos violentos.

 

Por ello, dijo haber elaborado un manifiesto que correría en las redes, aunque en específico acusó a Pablo Hiriart, director de La Razón, de atacarlos y descalificarlos con mentiras y notas de acoso. “Su línea editorial (la de Pablo Hiriart) es de ataque a las organizaciones que luchan contra el mal gobierno”, acusó el joven.