BOSTON. Una mujer de Vermont reveló el miércoles su nuevo rostro, seis años después que su ex marido la desfiguró arrojándole lejía y dijo que vivió “lo que algunos podrían llamar un infierno” aunque halló un modo de ser feliz.
Carmen Blandin Tarleton, de Thetford, fue sometida en febrero a un trasplante de rostro en el Hospital Brigham and Women de Boston y habló públicamente por primera vez en una conferencia de prensa en el hospital el miércoles.
“Ahora estoy en un lugar mejor, mental y emocionalmente, de lo que podía haber imaginado hace seis años”, dijo Tarleton. “Quiero compartir mi experiencia con otros para que puedan hallar esa fuerza interior para escapar a su propio dolor”.
En el 2007, la mujer de 44 años y madre de dos hijos fue atacada por su entonces marido Herbert Rodgers, quien supuso que ella lo engañaba con otro hombre. La policía dijo que fue a la casa en busca de ese supuesto sospechoso y después dirigió su furia contra Tarleton, golpeándola con un bate y arrojándole lejía en la cara.
Cuando la policía llegó, la víctima estaba tratando de gatear hacia la ducha para lavarse la sustancia química, que ya le había desfigurado la cara.
En el 2009, Rodgers se declaró culpable de haber mutilado a Tarleton a cambio de una sentencia de prisión de por lo menos 30 años.
El hospital dijo que durante el trasplante, una treintena cirujanos, anestesiólogos y enfermeras trabajaron durante más de 15 horas para reemplazarle la piel, los músculos, los tendones y los nervios.
La donante fue una mujer de Williamstown, Massachusetts, Cheryl Denelli Righter, que murió de una apoplejía súbita, dijo una portavoz del hospital.
La hija de Righter, Marinda, dijo el miércoles a Tarleton que se veía hermosa y agregó que estaba segura de que su madre de algún modo había escogido a Tarleton. “Ambas son madres, ambas sobrevivientes, ambas faros de luz”, afirmó.
Righter dijo que después de reunirse con Tarleton por primera vez el martes se había sentido feliz por primera vez en mucho tiempo.
“Puedo ver la piel de mi madre de nuevo, las pecas de mi madre, y por tu intermedio verla vivir”, le dijo. “Es una verdadera bendición”.
Tarleton casi no ve y leyó sus declaraciones de una tableta. Agradeció a la familia de Righter por lo que calificó de “enorme regalo” que alivió en gran medida el dolor físico que ha sentido diariamente.