Mientras el mundo atestigua la escalada retórica y el despliegue armamentista entre la República Popular Democrática de Corea (RPDC o Norcorea) y Occidente, corporaciones mineras estadunidenses, británicas, canadienses, chinas y de otras naciones renuevan sus contratos con Pyongyang para acceder a las llamadas tierras raras, el verdadero arsenal estratégico de aquel Estado.
Del control de esos minerales depende el futuro de la electrónica, las telecomunicaciones y la industria espacial, de ahí que disponer de esos 16 minerales —inestables y no siempre en estado puro— es el actual objetivo geopolítico de los protagonistas del añejo conflicto en la península coreana.
Y aunque entre marzo y abril Pyongyang por un lado y Washington, Tokio y Seúl por el otro, se mostraban colmillos, garras y músculos, en territorio norcoreano avanzaban sin tropiezo alrededor de 25 proyectos mineros internacionales.
De acuerdo con el Instituto de Recursos de Norcorea (NKRI, en inglés) no menos de cinco, operados por multinacionales occidentales, fueron renovados por el régimen norcoreano en marzo, justo cuando se libraba la más intensa confrontación verbal entre la RPDC y Occidente en el Mar Amarillo.
Escasos e inestables
La geografía benefició a Norcorea con más de 200 minerales de creciente importancia global; entre ellos, casi 20 millones de toneladas de las llamadas tierras raras.
Esa, que puede llamarse “pragmática diplomacia de las tierras raras” de la RPDC, permite que sus yacimientos de tungsteno, grafito, sulfato de barita, molibdeno, antracita, magnesita, hierro así como magnesio, plomo, cobre y zinc nutran al ávido sistema de producción capitalista.
Así, la industria más desarrollada tecnológicamente, se nutre con minerales estratégicos que son raros no por su escasez, sino porque es difícil obtenerlos en estado puro ya que aparecen mezclados con otros minerales y porque su composición química es inestable. Es decir, cuando entran en contacto con el oxígeno del aire pueden descomponerse en breve tiempo.
De esas caprichosas tierras raras depende la fabricación mundial de imanes de alto flujo, superconductores, láseres, equipos de resonancia magnética nuclear, automóviles eléctricos e híbridos, equipos aeroespaciales, pantallas planas de computadoras, televisiones, smartphones, lámparas incandescentes, frenos o filtros de agua.
Ese Estado recibe grandes ingresos por la extracción y exportación de esos elementos, que para el investigador Choi Kyung-soo del Instituto de Recursos de Norcorea (NKRI) con sede en Seúl, tienen un valor comercial estimado de 9,7 billones de dólares (trillones, según la escritura en inglés).
Y para confirmar ese don de la naturaleza, Alan Ferrie describe que el Estado creado en 1945 al norte de la península coreana “ha sido bendecido” con su sector minero. En su texto Estrategia para el desarrollo exitoso del sector minero de Norcorea (marzo de 2012) el economista recuerda el éxito que tuvieron ahí las mineras estadunidenses: Mobile, Kegel y Oro.
Actualmente operan en el territorio norcoreano una treintena de empresas europeas que invierten en minas de tungsteno, magnesita, cobre y oro, entre otros minerales que compiten con las firmas chinas. Al parecer, la particularidad política del régimen tampoco quita el apetito de las multinacionales mineras por las riquezas del subsuelo de ese Estado.
La bonanza
De confirmarse la magnitud del tesoro minero de Norcorea que valora el NKRI, ese Estado “alcanzaría la bonanza”, dice Scott Thomas Bruce experto en asuntos de seguridad asiática y pionero en revelar la colosal riqueza minera de Norcorea.
Dexter Robert aporta otra mirada occidental sobre el poderoso arsenal minero de la RPDC en su análisis: Norcorea ¿nueva tierra de oportunidad? (Bloomberg Business Week, enero 2012).
Robert afirma que “los atractivos ingresos que recibe Norcorea por sus exportaciones mineras no contrastan con su ideología o su reputación de estado nuclear”. A su vez, la Cámara de Comercio de Surcorea estima que los recursos minerales de su antagonista del norte sería de mil 700 millones de euros (unos 28 mdd).
Con ese colosal ingreso el Producto Interno Bruto (PIB) de la RPDC, se incrementaría hasta niveles no imaginados. En contraste, la misma Cámara considera que actualmente el PIB surcoreano supera en 35 veces al de su adversario del norte. Y ese estímulo estaría detrás de la decisión de Pyongyang, en junio de 2011, de aumentar la extracción de esos minerales, como anunció la Agencia Central de Noticias Coreana (KCNA). Ese es su gran arsenal.
El impacto en la economía norcoreana por la exportación de esos minerales es tal que en su mensaje de Año Nuevo, el líder norcoreano Kim Jong-un urgió a sus conciudadanos para incrementar su productividad y convertir al país en una potencia regional. Jong-un mencionó la mina Musan, cuyas reservas de oro se estiman en tres mil millones de toneladas, y que operó hasta el 2012 la firma china Tianchi Industry and Trade.
El control de esos elementos que figuran en los lugares del 57 al 71 de la Tabla Periódica de Elementos mantiene vivo el Gran Juego geopolítico entre China, Japón, EU, la Unión Europea y Rusia. Esto dibuja dos escenarios a mediano y largo plazo en la península coreana: el primero, la detonación del conflicto bélico entre Norcorea y Surcorea que globalizaría el conflicto y por tanto, de larga duración.
El segundo escenario apunta a un pacto estratégico entre la RPDC —apoyada por China y Rusia— y Seúl —auspiciado por Japón, el mayor importador de tierras raras para sus dispositivos de alta tecnología, EU y la Unión Europea— para consolidar convenios de explotación de esas, las raras tierras que mueven el mundo contemporáneo. Ese es, el más deseable de los escenarios.