Mami:
Nunca valoré todo lo que hiciste por mí, ni vi las razones de por qué lo hacías, hasta que me convertí en mamá.
Siempre pensé que eras medio bruja y estricta, que no era para tanto y que como exagerabas. El día que me convertí en mamá me di cuenta lo buena onda que fuiste, de cómo me dejaste hacer todo lo que quise dentro de los límites básicos, que en su momento los consideré arbitrariedades, y cosas que sólo en tus “épocas” hacían.
Siempre creíste en mí, en todas mis ocurrencias, en todas mis ideas, en todas mis locuras. ¿Cómo hiciste para que yo sola me diera cuenta de mis errores y viviera las consecuencias? Gracias, es la mejor manera de aprender y entender, me enseñaste a pensar antes de actuar. Gracias por apoyarme y ser parte de la mayor de mis locuras, el spa.
Hoy, ambas somos madres, tú ya abuela, y me sigues enseñando, me sigues apoyando y alentando. Gracias mamá!
A los 30 me enseñaste que una madre debe de hacer a sus hijos independientes desde que son pequeños, que todos somos iguales, que nos debemos de ayudar y que debemos ser excelentes seres humanos. Me enseñaste el valor de los abrazos, del tiempo con ustedes, me enseñaste a cuidar a mis perros, a respetar a todo lo que está vivo, exceptuando un par de alacranes, unas cucarachas en Cuernavaca y uno que otro mosquito por ahí.
A los 40 me enseñaste que había que apoyar a mi papá en su trabajo, a impulsar a tu pareja para que crezca como profesionista. Pero también me enseñaste que, aun siendo madre -ahora sé lo que es el amor por un hijo-, la pareja es primero, porque los hijos nos vamos de la casa, nos casamos. Pero con quien te quedas en tu hogar es tu pareja. Qué razón tienes.
Me enseñaste que la felicidad es un instante, un momento, pero también es actitud.
A tus 50 años, cambiando de especialidad médica, me enseñaste que uno debe de dedicarse a lo que le gusta y que siempre hay que seguir aprendiendo, que la vida no acaba por que uno tenga 50, que siempre hay más caminos por descubrir y más cosas que aprender.
Hoy, a tus casi 65 años, estás por recibirte de una maestría con lo que me enseñas que todo es posible, que nunca es tarde y que si te lo propones, lo logras. Que sí se puede ser todo: ama de casa, profesionista, esposa, madre, abuela, maestra y estudiante. Y que no sólo se puede ser todo, se debe hacer todo para vivirlo junto y enriquecer nuestra vida.
Gracias por seguir enseñándome cada día.
Cuando era adolecente y durante la universidad, jamás pensé en trabajar contigo, es más, pensaba que ni de broma lo haría. Hoy te digo que es un honor y privilegio trabajar con alguien como tú, con alguien que no sólo posee experiencia, conocimiento y sabiduría, sino la transmite, nos enseña, nos apoya y encamina para seguir siendo mejores cada día y para nunca soltar nuestros sueños y perseguirlos hasta alcanzarlos. Gracias.
*Directora general BLUE SPA.
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