“Yo, César Duarte Jáquez, por este medio me consagro a mí mismo, a mi familia, a mi servicio público en la sociedad. Pido al Sagrado Corazón de Jesús que escuche y acepte mi consagración, que me ayude a la intercesión del Inmaculado Corazón de María; le entrego a Dios y a su divina voluntad todo lo que somos, todo lo que tenemos en el estado de Chihuahua”.
La consagración fue el 20 de abril en el gimnasio Manuel Bernardo Aguirre de la Universidad Autónoma de Chihuahua y frente a 14 mil asistentes, entre los que también estuvieron los representantes de los poderes Judicial y Legislativo. Para muchos, esto causó estupor y sorpresa; aplausos entre los católicos o rechifla entre los del ideal del laicismo del Estado. Al gobernador ya no le cala nada de esto, como mostró el 14 de abril cuando cumplió los 50 añitos y el Divo de Juárez, Juan Gabriel, le entonó “Las Mañanitas” en la fiesta inolvidable.
Pero más allá de estas bendiciones y canciones, el estado de Chihuahua está en punto muerto. Es uno de los estados más violentos del país; el desarrollo social y económico están contenidos; el desempleo en la entidad aumenta cada día y la ganadería y la productividad se mueven por inercias y no por programas de gobierno: el señor Duarte Jáquez no termina por ser el gobernador que prometió durante las campañas y eso es un fracaso para los chihuahuenses.
Ahí los índices de violencia se han incrementado de manera alarmante en los años recientes. Si bien la criminalidad ha disminuido en Ciudad Juárez, esto es debido a que esa misma criminalidad, o aun mayor, se ha expandido a toda la entidad, en particular hacia el sur, de tal modo que las cifras favorables al gobierno son engañosas porque ya se sabe que en los primeros meses de este año se registraron 427 homicidios dolosos en Chihuahua.
Además de la sacudida de gobierno por la muerte de los dos hijos del periodista David Páramo el 4 de mayo, el 7 de mayo se supo que cuatro personas habían desaparecido en la entidad. Se trata de tres miembros de la Interpol y uno de la Procuraduría General de la República que se desplazaban desde Chihuahua, donde habían estado realizando “labores de inteligencia”, hasta Ciudad Juárez, a unos 370 kilómetros de distancia: días después no se sabía nada de ellos.
Así que hay razón para encomendarse a Dios; cada uno en sus creencias religiosas es respetable, pero de ello a hacerlo un acto de gobierno es diferente, sobre todo porque a la crisis social y económica de la entidad hay que sumar que la poca gobernabilidad se gasta en infiernitos, como derrumbes de edificios para hacer la plaza de “La grandeza chihuahuense” y mover a los empleados que estaban en edificios demolidos a edificios rentados y luego decir que no se deben rentar inmuebles y, por lo mismo, hay que construirlos… ejem. Y nimiedades que quieren mostrar autoridad, pero demuestran pequeñez. En fin.
En el PRD, “Zongo le dio a Borondongo, Borondongo pegó a Bernabé”
El 4 de mayo, por unanimidad, el VIII consejo estatal del PRD-DF, eligió a Raúl Flores como su nuevo dirigente en la capital del país. Naturalmente, esto se dio con el apoyo de Nueva Izquierda, en donde Jesús Ortega y Jesús Zambrano recuperan fuerza política en el DF. Como secretario general fue elegido Enrique Vargas, bejaranista que es.
Esto es el resultado de las batallas en el desierto que libraron Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal, y René Bejarano, el fundador y dirigente de la antigua predominante Izquierda Democrática Nacional.
De antemano, la guerra estaba declarada y los contendientes mostraron músculo queriendo imponer a sus candidatos y así recuperar el mando en la capital del país, en donde gobierna el PRD desde 1997. Esta vez, con el triunfo del Mancerista, la gente del profesor Bejarano (IDN) tendrá que conformarse con obedecer, aunque no callar.
No van a callar porque René Bejarano no va a quedarse quietecito, mirando el panorama desde el puente. Sabe que cuenta con fuerza política entre las bases que le han seguido todo este tiempo, pero además sabe recuperarse de tiempos difíciles, como cuando ocurrió lo de las ligas del pecado. Sin embargo, hoy la tiene muy difícil porque ni Miguel Ángel Mancera ni Marcelo Ebrard ni Andrés Manuel López Obrador quieren saber de él por todo lo que ha sido y porque, además, “les da mala suerte”, dice uno de ellos.
El señor Mancera ganó el predominio de un partido que, según él mismo dijo un día, no es su partido, porque “no soy un hombre de partido”, pero por el cual llegó a la jefatura del gobierno de la capital; se fortalece en la Asamblea del Distrito Federal, en donde un bloque de 19 diputados del PRD refrendó el apoyo a Manuel Granados como coordinador de su bancada y, por lo mismo, se fortalece en un instituto político necesario en sus aspiraciones presidenciales.
Un problema es el mismo señor Raúl Flores, quien antes fue delegado en Coyoacán, en donde hizo un pésimo trabajo caracterizado por el descuido, el desorden y la ambición política por encima del gobierno. Aun hoy falta que se le hagan las cuentas de su gestión.
¿Y Miguel Ángel Mancera? ¿Qué hará con todo ese capital político-electoral que se le acumula? Sus errores de gobierno y sus viajes de pinta al Vaticano o “de trabajo” a Nueva York, además del dejar hacer y dejar pasar en el DF, que se mueve por inercias y por instinto de supervivencia, pueden aniquilarlo antes de tiempo. Ya veremos.
Carreteras infernales
Lo de la tragedia en la carretera México-Pachuca, en Ecatepec ha comenzado por mostrar otra tragedia permanente y muy grave: la del estado que guardan las carreteras del país, su inseguridad, su abandono, su falta de atención y cuidado así como la negligencia de las autoridades de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para atender este servicio; o la inútil y costosa Capufe, que se supone que debe brindar mantenimiento permanente a nuestras vías terrestres de comunicación (Caminos y Puentes Federales), pero que se ocupa primordialmente de recoger la lana de las interminables casetas, de distribuir porcentajes pero no la base porcentual y de hacer nada por nosotros.
En las carreteras mexicanas hay peligro permanente: ya por el descuido físico en el que se encuentran, ya por la falta de vigilancia indispensable para garantizar la seguridad de vehículos y viajeros, o para cuidar que las velocidades sean las apropiadas y existan señalamientos entendibles.
Tan sólo el transporte foráneo de personas ha sido puesto en manos de los propietarios que hacen y deshacen, abusan y descuidan la calidad de sus unidades y la seguridad de los viajeros. En las carreteras mexicanas uno está en solitario, inerme, abandonado y más sólo que el número uno.
¿Quién se hace cargo de esto? ¿Deveras la SCT? ¿Será que en este momento de tragedia están a todo prometer, pero que pasando los días todo volverá a ser lo mismo? En fin.
El chiste de la semana:
España impondrá al ex presidente de México Felipe Calderón la condecoración de la Orden al Mérito Civil, en grado de “Collar”