En días recientes los medios de comunicación han dado a conocer históricos casos, a nivel internacional, de atropello a las libertades y derechos de las mujeres a manos de depredadores urbanos, políticos y militares que tras varios años y décadas en las sombras han sido aprehendidos y enjuiciados, pero lo más importante, señalados, expuestos al ojo público.

 

En Centroamérica la sentencia a 80 años de cárcel al ex dictador Efraín Ríos Montt, quien entre 1982 y 1983 fungió como presidente de facto de Guatemala y ordenó la exterminación del pueblo indígena ixil, por ser considerado enemigo interno, allegados a los rebeldes comunistas, es un paso histórico en derechos humanos en aquella nación, sobre todo porque se escucharon las declaraciones de mujeres indígenas que denunciaron violaciones tumultuarias, asesinatos, esclavización sexual, y un sinnúmero de agresiones y humillaciones.

 

El evidenciar a través del juicio político a Ríos Montt como genocida, es un primer paso para avanzar en el resarcimiento a las mujeres víctimas de las vejaciones, a su memoria, y a aquellas sobrevivientes que valerosamente denunciaron en los interminables juicios las atrocidades que sufrieron, poniendo bajo el ojo acusador público al victimario y no a la víctima, ya que las mujeres al hacer uso de su palabra a través de la denuncia lograban empoderarse y dignificar su papel de víctimas.

 

La violencia contra las mujeres ha sido ampliamente denunciada, incluso existe una fecha oficial para eliminar las agresiones contra ellas, que se conmemora cada 25 de noviembre, sin embargo no ha disminuido, ni ha cedido, más bien ha crecido exponencialmente, posiblemente hoy en día se de una mayor cobertura de tales abusos y por ello se conozcan más casos, pero no se ha logrado concientizar a la población en general sobre la violencia de género, pese a las muchas campañas existentes.

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Rostros de mujeres famosas, algunos otros desconocidos, luciendo  grandes hematomas, derrames oculares, miradas derrotadas, con signos evidentes de haber sufrido violencia doméstica, tapizan los paraderos, spots publicitarios del metro, de las calles cada que se acerca el 25 de noviembre como en un intento para contrarrestar las vejaciones a través de la concientización, sin embargo pocas veces crea empatía con la víctimas sino más bien llega a crear rechazo, indiferencia, burla y hastío.

 

Considero que ante la indiferencia y descomposición social que se vive global y localmente es fundamental exponer al agresor y/o agresores ante la mirada pública, sobre todo cuando son figuras públicas, pues se desenmascara al agresor, en toda su podredumbre, más que poner una y otra vez los rostros amoratados de mujeres vejadas, pues termina  humillándose doblemente a la víctima, al verse las mujeres agredidas una vez tras el acto violento directo y otra vez indirectamente al reconocerse en esos rostros  expuestos en toda su vulnerabilidad en las vallas de la ciudad con cara de derrota.

 

Son más eficientes campañas como la que en 2010, activistas contra la violencia doméstica en la ciudad de Cambridge en Reino Unido hicieron al pegar etiquetas con la advertencia: “No compre este disco. Este hombre golpea a las mujeres”, en el álbum ‘Fortune’ del cantante Chris Brown, ex novio de la cantante Rihanna pues evidencia al maltratador después de que él la atacó en febrero de 2009.

 

El exponer a los agresores a la vergüenza pública como ha sucedido recientemente con el depredador de Cleveland que mantuvo por diez años secuestradas a tres jóvenes mujeres sufriendo de toda clase de abusos, es una mejor medida para contrarrestar la violencia contra las mujeres y no revictimizar a las mujeres en spots publicitarios, sino más bien empoderarlas a través de la denuncia, el exponer públicamente a sus agresores y ser la voz de muchas otras.