BOSTON. El recuento de daños es enorme: además de la muerte de tres personas por los ataques y de los 280 heridos, los artefactos que explotaron en el Maratón de Boston el pasado 15 de abril dejaron como saldo la muerte de un policía de la Universidad de Massachusetts, la de Tamerlán Tsarnaev, el mayor de los dos hermanos sospechosos de cometer el ataque y la crítica por la actuación de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), el Departamento de Seguridad Interior (DHS) y la Agencia Central de Investigaciones (CIA). En síntesis, hasta ahora, no está claro qué y cómo ocurrió ese atentado.

 

Dzhokhar Tsarnaev, el sobreviviente de los hermanos de origen checheno que estudiaban en Massachusetts, está recluido en una celda de tres metros cuadrados con una puerta de acero que tiene una rendija por la que se introducen los alimentos en el Centro Médico Federal de Devens. El joven de 19 años está acusado de “uso de arma de destrucción masiva” contra personas y propiedades y enfrentaría la pena de muerte en el juicio civil que comenzará a fines de mayo.

 

En sus primeras palabras, tras recuperarse de las heridas que le ocasionó su resistencia a la detención, Dzhokhar -residente legal en Estados Unidos- afirmó que su hermano Tamerlán fue el que planeó todo. Días después, dos de sus compañeros en la universidad de Massachusetts en Dartmouth fueron arrestados por las autoridades migratorias, acusados de ocultar información a la justicia. Azamat Tazhayakov y Dias Kadyrbayev, originarios de Kazajastán, aparecen en una fotografía con Dzhokhar cuando visitaron Times Square en la ciudad de Nueva York. Ambos fueron detenidos el 20 de abril y en el interrogatorio afirmaron que nunca vieron señales de ningún tipo sobre sus ideas o presuntas inclinaciones terroristas.

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Su detención fue por violar sus visas de estudiantes, al no asistir regularmente a sus clases y fueron retenidos en la cárcel del condado de Boston. Más tarde se conoció que ambos ocultaron la computadora personal y algunos efectos de Dzhokhar, cuando se enteraron de que la policía lo señalaba como uno de los sospechosos del ataque al maratón.

 

En los primeros días de la investigación se conoció que en 2011 la seguridad rusa informó al FBI de la prolongada visita de seis meses que Tamerlán Tsarnaev hizo a Daguestán, de donde procede su familia. Por ese aviso, Tamerlán fue interrogado pero el FBI no hizo un seguimiento posterior. Sin embargo, el Centro Nacional Antiterrorista tenía a Tamerlán en su base de datos (TIDE), que es la Base de Datos de Identidad de sospechosos, cuando investigaba la posibilidad de que el joven de 26 años se hubiera convertido en un fundamentalista islámico.

 

Para examinar esa falta de coordinación, el Comité de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes ha realizado varias audiencias. Durante su testimonio, el ex senador demócrata Joseph Lieberman sostuvo que la acción de los servicios de inteligencia de Estados Unidos fue insuficiente para detener el complot consumado en el Maratón de Boston. “Para decirlo de manera clara, nuestro sistema de defensa de la seguridad nacional falló en Boston”, afirmó el exlegislador.

 

El 10 de mayo pasado un funcionario de las fuerzas de seguridad estadunidenses, dijo a la cadena CNN que el gobierno de Rusia retuvo información sobre la radicalización de Tamerlán Tsarnaev, pues la alerta que enviaron en 2011 al FBI “estaba motivada en parte por unos mensajes de texto de los que Moscú decidió no informar”. Uno de esos mensajes es el que envió la madre de los hermanos, Zubeidat Tsarnaeva, a un pariente y que hablaba, “en términos generales de la yihad”, aunque sin mencionar específicamente planes terroristas.

 

Conocer esa información habría provocado una investigación más a fondo de Tamerlán y su hermano Dzhokhar, sostuvo también el congresista Mike Rogers, quien preside el Comité de Inteligencia de la Cámara Baja.

 

Para conocer la percepción de los estadunidenses sobre la relación entre religión y violencia, el Centro de Investigación Pew realizó una encuesta nacional entre más de mil personas para preguntar su opinión sobre el Islam. Ahí se revela que 46% de los entrevistados no considera que el Islam aliente la violencia, contra 42% que opina lo contrario. El 62% por ciento de quienes dijeron ser republicanos sí cree que el Islam promueve la violencia más que otros credos, contra 29% de quienes dijeron ser demócratas. Asimismo, casi el 45% dijo que los estadunidenses islámicos son muy discriminados, más que los gays y lesbianas, los hispano-americanos, afroamericanos o mujeres.

 

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