A veces erótico y muchas más veces romántico y con un dejo de inocencia y cursilería.
Históricamente, el color rosa ha sido relacionado con la feminidad, la inocencia y con la vigorosa juventud, de ahí la frase “la edad rosa” o “la vida en rosa” por todos los símbolos relacionados a este color.
Color que denota ternura en su concepción, pero que en exceso llega a fastidiar; como aquellas canciones melosas que hablan de amores y desamores, llenas de ilusiones e ideales dignas de la juventud enamorada. Al igual que poemas y cartas dedicadas al ser amado y que se quedan guardadas en un diario rosa de alguna quinceañera, con flores; en especial rosas, prensadas que con el tiempo se secaran y quedaran como un buen recuerdo de ese amor que no fue duradero.
El rosa también es el color del erotismo, con sus tonalidades y matices tenues nos invita a imaginarnos al ser amado no de una manera romántica, si no también en un intento por despertar ese instinto de seducción.
David Hamilton retoma este concepto del color rosa para describirnos el fin de la inocencia.
Con imágenes fotográficas, en tonos cálidos apastelados, en sus combinaciones de rosa y amarillo en una saturación muy baja, y en su mayoría imágenes de mujeres jóvenes semidesnudas nos invita a hacer volar la imaginación y remitirnos a esos pensamientos que teníamos cuando adolecentes sin importar el género.
Aunque no siempre fue así nuestra concepción sociocultural y psicológica sobre el color Rosa-femenino y el Azul-masculino.
En la época renacentista y del barroco, el arte sacro y el de la nobleza nos muestran pinturas del niño Jesús en los brazos de la virgen María ataviado con ropas en color rosa, al igual que los hijos varones de reyes y nobles, en cambio las pinturas de las niñas de la misma época vestían en tonos azules.
El color rosa nace de la combinación del color blanco (pureza) y del rojo (agresividad), por eso se utilizó durante mucho tiempo en la vestimenta de los niños pequeños como símbolo de la inocencia infantil masculina denominándolo “pequeño rojo”.
Utilizado por los nobles y los clérigos como símbolo de valor, religiosidad, cortesía y caballerosidad.
Con el tiempo esta concepción se fue modificando, después de la primera guerra mundial se prohibió el uso del color en los uniformes militares y como consecuencia en la vestimenta de la población civil, incluso las distintas variantes del rojo, incluido el rosa.
Después de la guerra se da un movimiento que cambia para siempre el uso y el símbolo del color rosa, conocido como movimiento de “moda reformista” cambiando así el rumbo de la moda y del uso y significado de algunos colores; en este punto de la historia es cuando se instituye el uso del rosa para la condición femenina y el azul para la masculina.
Y como consecuencia se da esta transformación con todas sus implicaciones sociales, psicológicas y sentimentales tales y como las conocemos hoy en día.
El rosa es y será un símbolo de feminidad, ternura, inocencia y sueños fantásticos que algún día se cumplirán.