La familia del ex dictador argentino Jorge Rafael Videla, quien falleció el viernes a los 87 años de edad, mantendrá en secreto la hora y lugar del funeral, el cual se hará sin honores militares por haber cometido crímenes de lesa humanidad.
Videla murió el viernes a las 08:25 horas locales en la cárcel de Marcos, ubicada en la provincia de Buenos Aires, donde cumplía pena a cadena perpetua por haber encabezado el exterminio de miles de personas durante la última dictadura (1976-1983).
Su cuerpo fue trasladado la noche del viernes a la morgue, y de ahí la familia se lo llevará al lugar elegido para enterrarlo en una ceremonia que se mantiene en el más completo de los sigilos, ante el temor de que sus víctimas realicen una manifestación.
A Videla le sobreviven su esposa, Alicia Raquel Hartridge Lacoste, y seis de los siete hijos que tuvo con ella, además cuenta con empresarios y militares que continúan defendiendo el terrorismo de Estado que dejó unos 30 mil desaparecidos.
De hecho, este sábado en el conservador diario La Nación, que apoyó el golpe militar del 24 de marzo de 1976 que encabezó Videla, se publicaron 18 avisos fúnebres de familias que lamentan la muerte del dictador.
Los avisos son una excepción en el clima de repudio generalizado hacia Videla que se desató una vez confirmado su fallecimiento, ya que fue el máximo símbolo de la represión que secuestró, torturó, asesinó, desapareció, violó y robó bebés de manera sistemática.
Fuentes castrenses confirmaron que Videla no podrá recibir honores militares, ya que fue destituido de su cargo de comandante en 1985, durante el primer e histórico juicio en su contra que lo condenó a cadena perpetua.
Videla pasará a la historia como el jefe del Ejército que encabezó, junto a los comandantes Emilio Eduardo Massera, de la Armada, y Orlando Ramón Agosti, de la Fuerza Aérea, el golpe de Estado que puso fin al gobierno de Isabel Martínez de Perón.
Desde entonces se erigió como presidente de facto y encabezó una de las etapas más oscuras de Argentina, con una sangrienta represión nunca antes vivida en un país que sufría intermitentes golpes de Estado desde 1930.
Videla gobernó hasta 1981, ya que las luchas internas entre los militares lo dejaron fuera de la Presidencia y su lugar fue tomado por Roberto Viola, cuando al régimen militar ya le quedaban sólo dos años más de vida.
Para entonces, el represor y sus cómplices habían logrado exterminar no sólo a las guerrillas que pretendieron tomar el poder con las armas, sino a todo aquel líder social que fuera considerado como enemigo.
Maestros, sindicalistas, estudiantes, amas de casa e intelectuales fueron llevados a las cárceles clandestinas que se construyeron por todo el país a imagen y semejanza de los campos de concentración de los nazis.
En 1985, bajo la presidencia de Ricardo Alfonsín, Videla y el resto de los miembros de las juntas militares fueron sometidos a un histórico juicio y condenados a cadena perpetua, pero en 1989 el ex presidente Carlos Menem los indultó y quedaron en libertad.
Pasaron décadas de impunidad y de vaivenes judiciales, hasta que en 2003 comenzó a gobernar Néstor Kirchner e impulsó la reanudación de los juicios contra los criminales de la última dictadura.
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