El año pasado, Disney Pixar lanzó Brave (Valiente), la primera historia de una princesa que no ve el matrimonio como un final feliz, ni la feminidad tradicional como meta, sino más bien ve la vida como una oportunidad para experimentar un desafiante cúmulo de aventuras acompañada de una flecha y un arco, rompiendo con el modelo de la damisela en desgracia que espera a su príncipe azul.
El espíritu independiente de Merida, la protagonista de la historia, que no se preocupa de su apariencia y que prefiere aventurarse con arco y flecha en mano, a contraer matrimonio, dio un giro de 380 grados cuando Disney lanzó un nuevo diseño de juguete en el que la joven luce un talle diminuto, rostro maquillado, vestido brillante y escotado y una cabellera que fluye glamorosa en vez de los salvajes rizos rojos, haciendo una versión más adulta y sexy de la princesa.
Inmediatamente la directora y creadora de Merida, Brenda Chapman se quejó de la nueva creación y participó en un compendio de firmas de la organización Change.org para criticar la sexualización de la protagonista de Brave, llegando a ser una medida exitosa, pues hace algunos días Disney recuperó el primer modelo que nos ofrecía una imagen más infantil del personaje, retirando la última versión de su página oficial.
El cambio de imagen corporativo de la representación original de Chapman, donde incluso en la nueva imagen le era retirado a Merida su arco y flechas, símbolo de la fuerza y la independencia, y la transformación en una mujer joven, vestida de manera glamorosa y posando, son características que detestaba la protagonista y que van totalmente en contra del espíritu del filme de hacer un cambio de representación femenino sumamente atractivo y sofisticado, por uno más audaz, sencillo y fuerte.
No es la primera vez que se sexualizan juguetes que van dirigidos a los infantes, sobre todo a las niñas, pues es muy común ver actualmente en muchas caricaturas infantiles, así como en los pasillos de las jugueterías, dibujos y muñecas ultrafeminizadas, de personajes que en la década de los 80 y 90 del siglo XX, tenían formas más redondas e infantiles y no tan estilizadas como las de ahora. Incluso My Little Ponies tienen cuerpos más pequeños, más largos, las piernas flacas y están siempre en pose.
Otro ejemplo de juguetes sexualizados para las niñas, por supuesto, son las famosas muñecas Bratz que usan grandes cantidades de maquillaje, zapatos de tacón de plataforma, cabezas gigantes y diminutos cuerpos.
Aparentemente, el propósito de las compañías es ofrecer productos, en este caso juguetes, que atraigan a l@s clientes, pero me pregunto si las niñas están realmente interesadas en muñecas extrañamente proporcionadas, con cuerpos que más que parecer niñas, asemejan a mujeres adultas hiperfeminizadas.
A mi parecer el mensaje que envían los juguetes y caricaturas altamente sexualizadas a las niñas que están creciendo en estos momentos es de querer representar una feminidad tradicional, que ni siquiera da tiempo a las niñas a elegir si quieren o no, ser sofisticadas y/o sugerentes y en qué medida, sino que se les impone una tendencia consumista sexualizada (auspiciada por las empresas transnacionales del juguete), en un afán por atraer futuras compradoras a una edad cada vez más temprana, enseñándoles a las niñas a que basen toda su valía en una apariencia física de extrema delgadez y de miradas sugestivas.