En lo que representa una innovación médica, un grupo de médicos utilizó partículas de plástico y una impresora láser de tercera dimensión para crear una tráquea y poder salvar la vida de un niño que solía dejar de respirar casi a diario.

 

Es el más reciente avance del creciente campo de medicina regenerativa: crear partes del cuerpo en el laboratorio.

 

En el caso de Kaiba Gionfriddo, los médicos no podían perder ni un segundo. Debido a un defecto congénito, la tráquea del bebé de Ohio no dejaba de colapsarse, haciendo que su respiración se detuviera y, frecuentemente, también su corazón. Médicos en Michigan habían estado investigando sobre tráqueas artificiales, pero todavía no habían implantado una a un paciente.

 

En un solo día, “imprimieron” 100 tubos diminutos, utilizando láseres guiados por computadora para apilar y fusionar delgadas capas de plástico en varias formas y tamaños. Al día siguiente, con permiso especial de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, implantaron uno de esos tubos en Kaiba, la primera vez que esto se hacía.

 

De pronto, un bebé que los médicos habían pronosticado que posiblemente no saldría vivo del hospital, respiraba normalmente por primera vez. Tenía tres meses cuando fue intervenido el año pasado y ahora tiene casi 19 meses de edad. Desde entonces no ha tenido una sola crisis respiratoria.

 

“Ahora es un niño muy sano”, dijo el pediatra otorrinolaringólogo Glenn Green, del Hospital Pediátrico C.S. Mott en la Universidad de Michigan, donde se realizó la operación. La intervención se describe en la gaceta de medicina New England Journal of Medicine que saldrá el jueves.

 

Expertos independientes reconocieron el trabajo y potencial de la impresión en tercera dimensión para crear más partes del cuerpo y resolver necesidades médicas.

 

“Es la ola del futuro”, dijo el doctor Robert Weatherly, pediatra de la Universidad de Misuri en Kansas City. “Estoy impresionado por lo que fueron capaces de lograr”.

 

Hasta ahora sólo algunos adultos han tenido trasplantes de tráquea, casi siempre para reemplazar las que destruyó el cáncer. Esos órganos provienen de donadores muertos o se hacen en laboratorio algunas veces a partir de células madre.

 

El mes pasado, una niña de dos años que nació sin tráquea recibió una cultivada a partir de sus propias células madre montada en una estructura plástica, en un hospital en Illinois.

 

Kaiba tenía un problema diferente, un bronquio que no estaba totalmente formado, una de las dos vías aéreas de donde sale la tráquea, como piernas de pantalón hacia los pulmones. Unos 2.000 bebés nacen con defectos similares cada año en Estados Unidos y la mayoría lo supera a la edad de dos o tres años a medida que se desarrolla más tejido.

 

En casos severos, los padres se enteran del defecto cuando el niño de pronto deja de respirar y muere. Eso casi sucedió cuando Kaiba tenía seis semanas de nacido. El niño “se puso azul y dejó de respirar” y su padre, Bryan Gionfriddo, le practicó una reanimación cardiopulmonar para revivirlo, relató la mamá del pequeño, April.

 

Siguieron más episodios y Kaiba tuvo que utilizar una máquina para ayudarse a respirar cuando tenía dos meses. Los médicos le dijeron a la pareja que su condición era grave.

 

“Varios de ellos dijeron que había muchas probabilidades de que no saliera vivo del hospital. Era atemorizante”, agrega la madre. Fue entonces cuando Marc Nelson, un médico en el Hospital Infantil Akron, les habló del trabajo experimental en Michigan.

 

Kaiba se sometió a la operación el 9 de febrero de 2012. La prótesis fue injertada alrededor del bronquio defectuoso.

 

El plástico está diseñado para degradarse y ser absorbido gradualmente por el organismo en tres años, conforme se genere tejido sano para reemplazarlo, dijo el ingeniero biomédico que dirigió el trabajo Scott Hollister.