COPENHAGUE. La periferia de Estocolmo sufrió en las últimas horas la mayor oleada de disturbios en años, luego que los incidentes originados al oeste de la capital se extendieron a una decena de barrios de las afueras. Ocho personas detenidas, casi todos jóvenes, y decenas de coches quemados son el saldo de la última noche de enfrentamientos en Husby, epicentro del conflicto, aunque se extendieron a una decena de suburbios.

 

La asociación Megafon, que trabaja con grupos de jóvenes inmigrantes en esa zona, vincula las protestas con el racismo y con la sensación de abandono que se vive en este y en otros barrios de la periferia de la capital sueca. Las estadísticas oficiales reflejan que uno de cada cinco jóvenes en Husby ni trabaja ni estudia y que mientras que el índice de paro y de gente que vive de la ayuda social en Estocolmo es de 3.3% y 3.6%, en aquel suburbio sube a 8.8% y 12%, una proporción que se repite en otros barrios de la periferia.

 

Todos los barrios afectados comparten la alta concentración de población de origen inmigrante y los problemas económicos que se agudizaron recientemente con la política de recortes del seguro de desempleo, las ayudas sociales y en educación del gobierno de derecha sueco. El origen de los disturbios se relaciona con un incidente ocurrido hace una semana en Husby, cuando un inmigrante con problemas psíquicos murió por disparos de la policía en su apartamento, donde se había encerrado con su compañera.

 

Los agentes aseguran que dispararon en defensa propia porque supuestamente fueron amenazados con un hacha, aunque la acción irregular de las fuerzas del orden provocó protestas de los vecinos y que se abriera una investigación a la policía de Estocolmo. Esto no calmó los ánimos y la violencia estalló la noche del domingo al lunes con los primeros incendios de coches, que siguieron el martes.

 

Autos en llamas y mobiliario destrozado fueron portadas en diarios e informativos suecos, que recogen testimonios de vecinos denunciando cargas policiales contra niños y ancianos y supuestos insultos racistas de los agentes como “negros”, “ratas” o “monos”. La policía rechaza que sean protestas espontáneas y habla de violencia organizada.

 

La oposición de izquierda critica la política liberal del gobierno del primer ministro conservador Fredrik Reinfeldt, muy activo en compromisos como el festival de Eurovisión; las amonestaciones previas a la boda de la princesa Magdalena y la final del Mundial de hockey sobre hielo que ganó Suecia. Hasta el martes por la tarde no habló de los disturbios para condenarlos y tachar de “hooliganismo” los peores disturbios sufridos en el país desde los ocurridos hace cuatro años en Malmö, la tercera ciudad de este país con un 20% de inmigrantes.