La tarde del jueves pareció que el cielo y el asfalto habían intercambiado sus colores habituales. Mientras que el panorama hacia arriba lucía gris por las nubes cargadas de lluvia, en el piso las calles se pintaron de azul por una marea de aficionados que llegaron al estadio a apoyar a la Máquina del Cruz Azul, que disputó el partido de ida como local.

 

Las inmediaciones del Estadio Azul se llenaron de puestos y vendedores que ofrecían souvenirs con los escudos de los equipos a disputar el título del balompié nacional, aunque por la tarde lo más demandado fueron las capas de plástico de a 10 pesos, para cubrirse de la lluvia.

 

Pese a que las puertas del estadio no se abrieron hasta las 6:00 pm, algunos aficionados, tanto de la Máquina como de las Águilas, llegaron tres o cuatro horas antes para formarse, con el fin de “agarrar buen lugar”, dijeron.

 

La circulación en las calles aledañas al estadio comenzó a cerrarse desde las 3:00 pm, aunque un par de horas antes del encuentro algunos vecinos se arriesgaron a salir de los edificios en sus autos para perderse lentamente en una marea azul de personas. Otros, muy pocos, aprovecharon la vista de sus balcones para asomarse al estadio.

 

En las calles de Maximino Ávila Camacho e Indiana los aficionados degustaron antojitos mexicanos, se tomaban fotos o cantaron porras para entonarse y alentar a su equipo llegado el momento.

 

También hubo quienes ofrecieron boletos para el juego por dos mil pesos para la parte baja del estadio, mil 500 pesos los de en medio y mil 200 por los de hasta arriba, esto pese a la detención de 52 revendedores el martes por elementos de la policía capitalina.

 

Muchos de estos boletos eran falsos, como los que le vendieron a cuatro amigos por mil pesos cada uno. “Es a lo que uno se arriesga cuando compra en la reventa el mero día”, dijo desilusionado uno de ellos.

 

A las 7:30 pm en punto llegaron los hinchas del América y con ellos la lluvia. Cuatro camiones y un microbús repletos de integrantes de la Monumental y Disturbio, las porras del equipo, provocaron el cierre a la circulación en el Eje 6 desde Augusto Rodin hasta Insurgentes Sur.

 

Por el otro lado, sobre la calle de Ávila Camacho, la Sangre Azul, porra de los locales, ingresó de manera dispersa y no tan ruidosa como los contrarios.

 

Antes del pitazo inicial del encuentro no hubo incidentes afuera del estadio, más que miles de aficionados mojados por la lluvia y eufóricos por vivir una final de fútbol.