Aristóteles decía que el espacio público era concebido como un área vital y humanizante, donde la sociedad se reunía para compartir sus opiniones, evaluar propuestas y elegir la mejor decisión.

Pero ¿qué es el espacio público?, ¿de quién es?, ¿dónde empieza o hasta dónde termina?, ¿público significa que es de todos? Entonces, ¿quién lo cuida?

Comienza desde la puerta de nuestras casas. Son las calles por las que nos movemos día a día, las banquetas, las avenidas y sus obstáculos, las plazas, jardines, camellones.

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Son sitios de reunión, esparcimiento, convivencia, la cual ayuda a generar identidad y cercanía entre los individuos que lo compartimos. Un espacio público de calidad mejora nuestras vidas.

Son y dan parámetros diferenciadores entre la competitividad de las ciudades porque fomentar el uso de un espacio público promueve la equidad y la seguridad pública. Es o debería ser incluyente.

En los últimos años hemos visto muy buenos ejercicios de revalorización y rehabilitación de importantes espacios públicos, como el Paseo de la Reforma a lo largo de cinco mil 352 metros, desde la Fuente de Petróleos hasta la calle Bucareli, y que continuó hace poco con la incorporación de los carriles confinados para bicicletas.

También está la Plaza de la República y el Corredor Peatonal Madero, que recibieran el VIII Premio Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU 2012), el cual reconoce las mejores obras arquitectónicas y de desarrollo urbano de Latinoamérica, España y Portugal.

Otro ejemplo es la rehabilitación de la Alameda Central y su perímetro, con un área de 35 mil metros cuadrados de espacio público.

Para el arquitecto Emanuel Ramírez, del despacho MXX (mmx.com.mx) el espacio público es, por definición, el entorno que no es privado. Entendido dentro del espacio urbano, como aquel territorio cuyo acceso no está restringido para persona alguna y cuyas propiedades suelen ser, en su mayoría, exteriores.

“Es común referirse al espacio abierto como sinónimo de espacio público, aunque existen espacios interiores o semi-exteriores en las ciudades que podrían considerarse como espacios públicos”, aclara.

“De una estructura urbana, el espacio definido por los elementos construidos genera un territorio continuo donde calles, plazas y pórticos se entretejen para conformar el entorno más activo de cualquier ciudad y, por lo mismo, el espacio natural de interacción humana que para muchos representa el llamado espacio público”.

“La diferencia fundamental entre una ciudad y una estructura menos urbana (incluso rural) radica principalmente en la masa crítica de individuos que cohabitan dentro de los límites de un territorio común, que por lo general llamamos urbe.

“Dicha característica coloca a los ciudadanos como piezas fundamentales para el equilibrio natural de las dinámicas de un entorno común. Es por ello que creo en la existencia de un espacio común de interacción entre ciudadanos como espina dorsal de una comunidad estable.

“Entonces, el espacio público se convierte en la plataforma natural para la interacción, manifestación y cohabitación de la población y por ende en un ingrediente esencial para asegurar una comunidad sana en aspectos que fluctúan desde lo social hasta lo económico para un entorno tan complejo como lo puede ser una metrópoli”.