sopaletras
Soy una apasionada del lenguaje, de las palabras como medio de expresión. Si bien, me parece fascinante la semiología y el significado que cada símbolo, gesto, objeto y tono puedan tener, considero que no hay como las palabras para poder expresar de la manera más acertada lo que queremos.

Creo que la riqueza del lenguaje le da un plus a quien se preocupa por acrecentarlo, por entender las palabras más complejas, por ser cuidadoso en su uso y mostrarlo a través del uso correcto de sus reglas de ortografía y sintaxis. Quienes dominan el lenguaje, conforman una especie de cofradía secreta cuyo poder radica en el uso que pueden dar a ciertas palabras que el común de los mortales quizá desconozca. Nada como un comentario sarcástico o un calificativo incomprensible para sacar de balance al enemigo.

El castellano es una de las lenguas más ricas. Con un sonido agradable, reglas claras y palabras que lo significan casi todo. Al parecer, prácticamente no hay objeto, sentimiento, idea o acción en la vida que no pueda ser representado por una palabra en nuestro idioma. Con vocablos bellos, ya sea por su significado, su etimología o por la armonía sonora que tienen al pronunciarlos.

Sin embargo, sé al menos de tres palabras extranjeras que carecen de traducción precisa al castellano. Seguramente hay más, sobre todo si tenemos en cuenta la gran cantidad de neologismos relacionados con la ciencia y la tecnología que día a día surgen dados los grandes adelantos en estos campos, que avanzan más rápidamente que la lengua.

La primera de estas tres palabras es Soigné, término francés que los diccionarios traducen como cuidado(a), aunque los francoparlantes le dan un uso mucho más significativo que lo que nosotros entendemos, como cuidarse o cuidar algo, alguien soigné equivaldría a una persona que se preocupa no sólo de su aspecto personal, si no también de la manera en que se dirige a los demás. Es decir, cuidadoso en lo que refleja, incluyendo en ello su aseo, su arreglo, sus modales, su lenguaje y su estilo. Podríamos identificar como soigné al estereotipo típico parisino, cuidadoso siempre de las formas.

La segunda palabra es saudade, proviene del portugués y podría ser pariente cercana de nuestra melancolía, se refiere a ese sentimiento nostálgico por algo o alguien que no se tiene cerca aunque se sabe que algún día se volverá a poder disfrutar. Es decir, uno no padece saudade si no tiene a la mano la esperanza de algún día recuperar eso que tanto se echa de menos. Seguramente, esto es lo que sienten muchos paisanos expatriados cuando piensan en su lugar de origen, su comida, la gente que dejaron lejos y esperan algún día volver a ver. La saudade lleva consigo esa languidez tan característica de los portugueses, quienes no se distinguen por reflejar abiertamente sus sentimientos como el resto de los latinos acostumbramos hacerlo.

Mi tercera palabra intraducible favorita es accountability. Según los diccionarios, este término anglosajón se traduce como la obligación de rendir cuentas. Empezando por ahí, si ni siquiera tenemos una palabra precisa para referirnos a dicha acción, pues es obvio que eso de dar con el responsable de ello se nos complique. Quizá de ahí venga esa bonita costumbre de echarnos la pelotita hasta dar con el culpable de algo y no es precisamente que los anglosajones sean muy responsables que digamos, pero al menos tienen una palabra para aclararlo.

¿Conoce usted alguna otra palabra útil en otro idioma e intraducible? Me encantaría que me la presentara.