En los llamados Municipios Autónomos o Caracoles Zapatistas, como en cualquier organización social, el dinero como medio para adquirir bienes, servicios y tener sustento para vivir es importante, aunque se le agrega un significante distinto cuando son recursos comunitarios.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ha descrito la forma en que sus miembros perciben la adquisición de recursos, bastante distinta a lo que representa para una persona que no pertenece a un contexto como éste. ¿Será que se puede vivir dentro de un sistema económico con otras reglas del juego?
En la Selva Lacandona de México, el dinero, que en varios sitios del mundo ha cobrado vidas, desatado guerras, y ha llevado al hombre a revelar los matices más oscuros de su personalidad, tiene un lugar secundario, se valora más la hermandad, el trabajo en equipo, el sentido comunitario.
Desde 2003, las comunidades zapatistas adoptaron un sistema conocido como Comunidades Autónomas o Los Caracoles, el cual busca que su gente valore y enaltezca el trabajo colectivo. Tienen poco dinero, pero han implementado estrategias de supervivencia y un sentido filosófico.
Hace poco conocí a una persona que llegó de una de las comunidades zapatistas a la ciudad. Para respetar su anonimato, diré que es mi amigo B. Él es un indígena que ha participado activamente en el movimiento zapatista, su apariencia es sencilla, su gran sonrisa y su amabilidad lo distinguen, es una persona alegre, podría ser una muestra positiva del pensamiento zapatista, se encuentra en la capital del país estudiando gracias a una beca que obtuvo de una institución privada.
La mirada de B nos comparte cómo es la concepción del dinero en las comunidades autónomas; para ellos “no existe una moneda especial, manejan el mismo peso que todos los mexicanos. Se obtiene principalmente a través del comercio, pero han logrado tener un orden, que no tiene que ver precisamente con la obtención, si no con la forma de reparto”. B. Ahora vive en un lugar donde todo es distinto. “Por eso puedo decirte que la mano de obra se hace con el sistema de trueque de las fuerzas de trabajo: te ayudo a limpiar tu milpa el lunes y a ti te corresponde ayudarme el martes”. Él viene del caracol y asegura que su vida en la comunidad ha sido fundamental para ahora tener una perspectiva de vida, que lo ha llevado a insertarse en una sociedad distinta.
En el comunicado Ellos y nosotros. VII. Los más pequeños 5.1. La Paga que hizo público el subcomandante Marcos, explica: “Cada habitante de Los Caracoles posee su propio capital; una cantidad determinada. Las comunidades se rigen por usos y costumbres, y además hay un dinero comunitario. Existen las figuras de un Comisario —se encarga de los asuntos de la tierra, las parcelas— y el Agente Rural —se encarga de impartir justicia—. Digamos que estas dos figuras son las principales, ambos tienen una estructura”.
Dice B, como en la mayoría del país, el dinero de las comunidades es administrado por el hombre. El sistema social es patriarcal. Ante esta situación se crearon dos entidades bancarias: BANPAZ (Banco Popular Autónomo Zapatista) y BANAMAZ (Banco Autónomo de Mujeres Zapatistas).
En las comunidades zapatistas, lo que más se consume es el pozol, del náhuatl pozolli. Espumoso, es una bebida que se obtiene a partir de la fermentación de masa de maíz disuelta en agua.
También hay pequeñas tiendas de abarrotes, su economía es limitada y no existe gran actividad. Dice B: “Fuera de las comunidades, los otros indígenas obtienen sus ingresos moviéndose a trabajar en las ciudades. Unos como chicleros, intendentes, meseros, vendedores de paletas… Todo menos de diputados. En otras comunidades reciben un apoyo para el campo a través de programas sociales, éstas ayudas muchas veces en lugar de invertirlas en su trabajo en el campo, la gente los usa para comprar ropa y zapatos”.
“Se puede decir que estas comunidades no zapatistas, ya son más consumistas: Ya aspiran a ‘ser alguien’ en la vida, piensan en tener una carrera universitaria; los zapatistas no, incluso ellos tienen sus propias escuelas, tienen sus propios maestros, maestros a los que se les paga con maíz, frijol, verduras y frutas”.
En Oventic hay una universidad, se llama Universidad de la Tierra, ahí los maestros son indígenas que se han formado en universidades europeas, imparten sus clases. Existen varios programas de intercambio que les han dado esta posibilidad. Otros indígenas de donde viene B, no quieren seguir hablando su lengua; ya no se visten tradicionalmente y ya no quieren el intercambio de la mano de obra, quieren dinero.
Para B, uno de los aciertos de las comunidades zapatistas es el intercambio de mano de obra, que rescata y conserva las tradiciones de las comunidades de Chiapas. “Creo que las comunidades zapatistas no se han podido separar mucho de las costumbres de consumo de los mexicanos, pienso que si tuvieran un ingreso considerable, harían lo mismo que nosotros con el dinero”.
Las personas que habitan en las comunidades, han podido desarrollar cooperativas con las que se ayudan. Han logrado producir ganado, ropa, alimentos… Todo esto, de acuerdo con lo que B plantea, no ha trascendido mucho, porque el gobierno ha emprendido un Plan Contrainsurgente edificando las comunidades aledañas a Los Caracoles.
Al respecto, dice B: “Todo esto que te cuento, es como lo he visto, más que nada en mi vida pasada de zapatista, después, yo mismo me he separado mucho, pero sé que no ha cambiado mucho. Siguen luchando por el reparto de lo menos”.
Yo creo que la idea zapatista “es la gran utopía”. Pero ahí están.
La Paga, o el dinero, la luz, la plata, la marmaja, el money, la economía, las finanzas, etc. La cuestión de la economía no es sólo de dónde salen los recursos (el morbo de algun@s será satisfecho en la escuelita, no preocupar), también tiene que ver en cómo se maneja (¿tienen sueldo las autoridades?, ¿no hay manita para beneficio personal?, etc.) y, sobre todo, ¿cómo se rinden cuentas? ¡Un momento!, ¿Tienen sistema bancario l@s zapatistas? Bueno, a seguir escandalizándose porque, como se reitera, a eso se dedican las zapatistas, es decir, a perturbar las buenas conciencias… Ellos y nosotros. VII. Los más pequeños 5.1. La Paga. marzo de 2013