Los términos económicos volvieron a resonar con fuerza en el recibimiento en México de un mandatario internacional. En los actos de recibimiento al presidente de la República Popular China, Xi Jinping, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, insistió en el interés de su gobierno en un acercamiento comercial con el gigante asiático.
La respuesta de Jinping no sólo respaldó a Peña sino que coincidió con él en resaltar las coincidencias históricas de ambos países y recordar los 41 años de relaciones diplomáticas.
Con tropas de honor y salvas de artillería, la comitiva china encabezada por el presidente y su esposa, Peng Liyuan, fue recibida oficialmente en Campo Marte por el presidente de la República y la primera dama, Angélica Rivera.
Mientras los presidentes pasaban revista a la guardia de honor, Peng Liyuan y Angélica Ribera aprovecharon su segundo plano para acercarse y conversar.
El líder chino llegó a México a la 1 de la tarde en un avión de Air China que hizo entrada en el hangar presidencial sin que nada pareciera distinguirlo de una aeronave comercial.
Jinping salió del avión a la par que su esposa y, tras saludar cortésmente con la mano a las personas que se encontraban en el aeropuerto, ambos descendieron la escalinata unidos del brazo.
Los grandes ramos de flores que entregaron a Liyuan representantes de la embajada china en México pusieron la nota de color a una comitiva de bienvenida de trajes oscuros encabezada por el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, con quien el líder chino intercambió sus primeras palabras sobre tierras mexicanas.
Tras la firma de los acuerdos que deben posibilitar las voluntades expresadas por los mandatarios, la primera jornada de Xi Jinping en México terminó con una cena privada en Palacio Nacional oficiada por el presidente mexicano. AIDA RENALES
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