Me parece que más allá de cualquier retórica, esfuerzo por modificar la política educativa actual, desarrollar escuelas primarias con modelos de enseñanza constructivista, es momento que como padres enseñemos a los niños a aprender.
Es incalculable el costo social que implica tener ejércitos de personas adultas formadas desde pequeños bajo regímenes de memorización y repetición. Mentes en edad productiva con el ‘músculo’ de la curiosidad, creatividad e inventiva completamente atrofiado.
En la casa es un buen lugar para fomentar el espíritu indagador. El impulso por descubrir para inspirarse para innovar. INNOVAR, ese concepto tan de moda en el discurso político que no podemos ignorar pues es el germen del emprendedurismo.
Una reforma educativa o el surgimiento de escuelas con modelos de enseñanza constructivista son buenos puntos de partida pero sus resultados se van a ver en 20 años, cuando los niños egresen de la Universidad y se incorporen al mercado laboral, perdón… empleador con proyectos emprendedores.
Por ahora los padres debemos enseñar a los niños a descubrir el conocimiento. Es muy fácil sucumbir al proteccionismo paternal -tan latino- y malacostumbrar a los hijos a obtener todo brindándoles apoyos perniciosos orientados a evitarles esfuerzos.
Los adultos tenemos que usar el sentido común en la manera de educar. La vida es un desafío y el camino para librar los mayores retos es el esfuerzo, el cual es guiado por el trabajo, que a su vez es conducido por las decisiones las cuales dependen de la capacidad de análisis y procesamiento de información.
Si eso lo tenemos claro resultará obvio los beneficios de acostumbrar a los niños a descubrir el conocimiento a partir de su natural proclividad indagatoria. La niñez es la etapa del ser humano donde la creatividad y la imaginación es la guía para descubrir e innovar, factores clave para el emprendedor.
El país ya no puede perder más tiempo en un mundo cada vez más interconectado, más sofisticado y más global. Nuestro valor competitivo no puede seguir siendo la mano de obra debe ser ya la mente de obra.
Es hora de que los mexicanos demostremos el peso específico de nuestra creatividad innata pero en las ideas de valor, en la innovación en el emprendedurismo.
Jamás ha sido tan preciso el afirmar que los niños son el futuro del país, por ello hay que fortalecer todo lo que nuestra lógica nos dé para adaptar a los tiempos los procesos cognitivos a los que está expuesto un estudiante de preescolar o primaria.
Pero mientras los niños crecen y llegan a ser profesionales, hoy como empresarios debemos romper paradigmas y ver al recurso humano como un elemento clave de competitividad y por ello hay que impulsar con mayores brios la incorporación de procesos didácticos que fomenten la creatividad en los campos clave para la competitividad de los negocios.
Y quienes leen estas líneas y no son empresarios pero estén interesados en ‘avispar a la ardilla’ para detonar la imaginación como punto de partida de su actividad económica, la lectura es un excelente gimnasio para la imaginación. Una sorprendente fuente para el desarrollo de ideas y proyectos.
No dejemos que el futbol nacional se convierta en la metáfora del país. No dejemos que, como le ocurre al llamado TRI, la verdadera competencia para ir al Mundial sea Jamaica, Honduras, El Salvador, Guatemala… Hay que ver a Estados Unidos, Japón, China, Alemania como la competencia.
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