Yo no sé por qué, pero parecería que esto del asado es una cosa masculina. Casi lo puedo ver: el anfitrión está enfundado en un delantal, mientras furiosamente, ya sea manualmente o hasta con secadoras, se asegura que los carbones lleguen a su punto perfecto. Sin embargo, esto sólo es parte de una serie de preparativos que te garantizarán tener una carne perfecta.

 

Para empezar, lo primordial es la carne. La raza y su alimentación determinarán lo suave o duro de la carne, dependiendo de la cantidad de grasa que tenga. Las reses de primera calidad, son la Wagyū (Kobe beef) que, sin duda, es la más selecta y cara; después, la de Angus y Hereford. Mientras más movimiento, menor cantidad de grasa tendrá el animal.

 

En Argentina y Uruguay, la mayoría de las vacas comen pasto y, por lo mismo, se mueven más, por eso esta carne es más firme, aunque muchos afirman que de más sabor. En Estados Unidos, las reses son alimentadas con granos y normalmente criadas en establos. Por eso los cortes son más suaves y más marmoleados, con buena distribución de grasa entreverada en la carne.

 

 

Lee la nota completa en la revista digital Vida+ dando click aquí