BELLE ANSE. Las privaciones por la hambruna abundan en medio de casas de piedra y tipo cabaña en las montañas de la costa sur de Haití.
El cabello de niños delgados como palos de escoba es irregular y anaranjado, sus estómagos están tan inflados como el tamaño de sus cabezas y muchos se ven de la mitad de su edad: son los indicios evidentes de la desnutrición.
Geneus Lissage, funcionario de la ciudad de Mabriole, teme que la muerte sea inminente para estos niños si las autoridades haitianas y los trabajadores humanitarios no hacen más para frenar el problema de la hambruna.
“Seguirán contando cadáveres”, dijo Lissage, “porque la desnutrición está devastando a niños, jóvenes y bebés”.
Tres años después del terremoto que mató a cientos de miles de personas y la promesa de Estados Unidos de que Haití se “reconstruiría mejor”, el hambre es peor que nunca. A pesar de los miles de millones de dólares comprometidos de todo el mundo a los esfuerzos de reconstrucción, los problemas alimentarios del país ponen de relieve cuán vulnerables siguen siendo sus 10 millones de habitantes.
En 1997, casi 1,2 millones de haitianos no tenían suficiente alimento para comer. Una década después, el número aumentó más del doble. Hoy, la cifra es de 6,7 millones, o un asombroso 67% de la población que pasa días sin comer, no puede permitirse una dieta equilibrada o ha limitado el acceso a los alimentos, de acuerdo con encuestas realizadas por la Coordinación Nacional de Seguridad Alimentaria del gobierno. Además, por lo menos 1,5 millones sufren de desnutrición y otros problemas relacionados con la hambruna.
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Gran parte de la crisis es porque llueve muy poco y luego demasiado. El año pasado, una sequía destruyó cultivos clave, seguido por las inundaciones causadas por rastros de la tormenta tropical Isaac y el huracán Sandy.
Haití ha tenido igualmente destructivas tormentas durante la última década y los científicos esperan ver más como el cambio climático global provoca sistemas meteorológicos severos.
Asimismo, las decisiones políticas han afectado la capacidad de los agricultores haitianos para alimentar al país. Un ejemplo: Presionado por el gobierno del presidente de Estados Unidos Bill Clinton, Haití redujo los aranceles a importación del arroz estadounidense, lo cual excluyó a muchos locales del mercado.
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Al mismo tiempo, Haití ha perdido casi todos sus bosques porque los haitianos extremadamente pobres talan árboles para hacer carbón. La deforestación generalizada hace poco por contener las fuertes lluvias o mejorar la calidad de la tierra de cultivo.
Debido a la fuerte dependencia del país de las importaciones, la comida es cada vez menos asequible al tiempo que la moneda de Haití se deprecia frente al dólar estadounidense. El salario mínimo de Haití es de 200 gourdes por día. A finales del año pasado, el sueldo equivalía a alrededor de 4,75 dólares, en comparación con 4,54 dólares en la actualidad, una pequeña diferencia que afecta considerablemente al presupuesto haitiano.