Lo que en un principio parecía una pequeña protesta de corte ambientalista contra la tala de árboles y la reconstrucción del parque Gezi de Taksim en Turquía, para convertirlo en un centro comercial y reconstruir un cuartel militar, resultó ser la chispa que encendió la furia acumulada durante los últimos diez años de l@s ciudadan@s turcos ante las medidas conservadoras del primer ministro Recep Tayyip Erdogan y su partido de derecha, Partido de la Justicia y el Desarrollo, (AKP por sus iníciales en turco).
A las protestas que estallaron el 31 de mayo y que se han recrudecido a lo largo de estas dos semanas, extendiéndose a más de 70 ciudades turcas, se han sumado colectivos feministas que han visto con Erdogan amenazados logros emancipatorios de décadas anteriores como el derecho al aborto y han vuelto a poner sobre la mesa de discusión los derechos de las mujeres.
Ya desde la fundación de la República de Turquía en 1923, el movimiento feminista logró que se aboliera la poligamia y se estableciera el divorcio y los derechos de herencia sin diferencia de género. El derecho al voto, el cual se había demandado por varios años, se garantizó finalmente en 1934 por el Partido Popular de la República (CHP) bajo el liderazgo de Mustafa Kemal Ataturk, líder turco que se ha convertido en un símbolo de democracia para l@s jóvenes manifestantes de la plaza Taskim.
Al principio algunos estudiantes reunidos contra Erdogan cantaban: “Somos los soldados de Ataturk”, lo que se extinguió después de que manifestantes feministas se opusieran a sus connotaciones militaristas. Incluso se solía cantar “Erdogan es un hijo de puta”. Pero cuando la policía lanzó gases lacrimógenos a l@s manifestantes y las mujeres que laboran en los burdeles de la plaza de Taksim dieron cobijo y sanaron a l@s manifestantes, se dio por terminado el uso de esas connotaciones contra Erdogan.
Justo una de las principales luchas dentro la plaza Taksim es contra el sexismo, no sólo por los insultos sexistas utilizados contra Erdogan que se basan en estereotipos caducos, sino también contra el acoso sexual dentro del mismo movimiento, que a pesar de que no ha habido una alta suma de denuncias tal como sucedió en la Primavera Árabe en Egipto, en la plaza Tahrir de El Cairo, existen algunas quejas y debido a que no se puede hablar a la policía, por ser los principales enemigos, se han organizado talleres para que las mujeres aprendan cómo defenderse contra el acoso y exponer al agresor.
El deseo de Erdogan de arrasar con el parque Gezi y reconstruir el cuartel militar otomano que solía estar allí, construido en 1909 por el sultán otomano Abdul Hamid II para detener las reformas liberales que eventualmente llevaron a la república moderna de Ataturk con la separación de la Iglesia y Estado, son un claro atropello a las garantías democráticas de sus ciudadan@s, principalmente de las mujeres, pues ellas son las primeras agraviadas, como se ha visto en los últimos años al verse erosionados los derechos de ellas a través de la desacreditación de las mujeres laicas y mantener a las mujeres religiosas bajo un mayor control, sumado a querer hacer una regresión de los derechos ya conquistados por las mujeres.
No está claro cuánto tiempo durara el “Verano Turco” en Estambul, pero lo que sí es seguro es que se verá ampliamente desestabilizado el gobierno de Erdogan, que busca un nuevo mandato en las elecciones presidenciales del próximo año.
Estas protestas no son sólo por un grupo de árboles más. Estas protestas son de millones de turcas y turcos haciendo todo lo posible para proteger el legado de la libertad personal y del laicismo de su país y por conquistar nuevas libertades.