Considerada la capital vinícola de Alsacia, la ciudad francesa de Colmar es igualmente un espléndido reducto de manifestaciones artísticas. Patrimonio Universal de la Humanidad, esta población que fuera cuna del escultor Auguste Bartholdi, creador de la Estatua de la Libertad, festejará próximamente, del 2 al 14 de julio, el 25 aniversario de su aclamado Festival Internacional de Música: más de 28 conciertos y la presencia de grandes virtuosos como los pianistas Igor Tchetuev, Alexander Romanovsky y Anna Vinnitskaya; los violinistas Vadim Gluzman, Feng Ning y Fanny Clamagirand; el oboísta Alexey Ogrinchuk y el violonchelista Iván Karizna, son algunos de los protagonistas de esta celebración que además dará ocasión de disfrutar grandes escenarios como la Iglesia de San Mateo y la Capilla de San Pedro.
Con una larga historia que incluye dos etapas como parte de Alemania, de 1871 a 1918, y de 1940 a 1945, Colmar reluce como un auténtico museo al aire libre, sobre todo en su centro histórico. Alrededor de tres millones de turistas la visitan anualmente. El excelente estado de la mayoría de sus inmuebles permite una rica apreciación de la historia de la ciudad a través del tiempo.
La Iglesia de Saint Martin y la Koifus, antigua casa de comercio, dan cuenta de los siglos del Medievo; mientras que la soberbia Casa Pfister y la casa de los principales, son referente explícito del Renacimiento alsaciano. El Museo Unterlinden, localizado en un antiguo convento del siglo XIII, es el más visitado fuera de París, con una vasta colección de arte medieval y renacentista.
“Por supuesto uno de los grandes atractivos para los visitantes es la casa del escultor Frédéric Auguste Bartholdi, creador de la Estatua de la Libertad; así como la de Jean-Jacques Waltzz, apodado Hansi. Fue un famoso caricaturista. Algunas de sus imágenes adornan puntos de la ciudad, como la del carnicero Zimmerlin, o los hermanos Fincker, con una representación de San Antonio tentado por el cerdo”, indica el guía Louis Pujol.
Ciudad de luz, de convivencia, de intensa vida cultural, posee además importantes festivales anuales de cine y de jazz. Por supuesto el vino y su industria es un emblema de la pasión por el trabajo, la unidad y, por supuesto, el buen vivir, de los alsacianos.
“Colmar llena de asombro a los visitantes tanto por sus tesoros arquitectónicos, como por su antigua tradición de hospitalidad y su buena cocina”, comenta Richard Kannemacher, del Conseil Interprofessionel des Vins d’Alsace (CIVA), comisión que conjunta a muchos de los propietarios, viticultores y comerciantes involucrados en la industria regional.
TODA UNA EXPERIENCIA
El maravilloso andar entre sus calles, en barrios tan emblemáticos como la Pequeña Venecia, sin duda el más elocuente con sus terrazas y balcones llenos de flores, sus canales y sus sólidas y coloridas construcciones que constatan los pasajes históricos de la arquitectura regional, es tan impresionante como los deleites que ofrecen sus múltiples restaurantes, reductos de la tradición y flamantes escaparates de la gran vinicultura alsaciana.
Situada entre Estrasburgo y Mulhouse, Colmar tiene una posición estratégica, lo mismo como destino turístico que como población comercial. Se encuentra muy cerca de importantes ciudades, como Freiburg, en Alemania, y Basel en Suiza, lo que apuntala aún más su relevancia como plataforma para la realización de negocios.
Por otro lado, tiene una ubicación privilegiada entre el entorno vinícola y las faldas de los Vosgos, que le brindan un clima ideal, además de la oportunidad de múltiples actividades en campo abierto, tanto en verano, como en invierno.
“La gente opina que Colmar es una versión condensada de Alsacia, con lo más típico de la región. Es también, por excelencia, una ciudad del placer, de la cultura y de la buena comida. Sin duda el próximo Festival Internacional de Música es una estupenda vía para refrendar la categoría de Colmar como capital de grandes experiencias sensoriales”, expresa la periodista Lilianne Lacroix.