En este Día del Padre, seguro que muchos de nosotros al imaginarnos a alguien saboreando un buen puro, nos salta a la mente la imagen de un familiar o amigo disfrutando un buen habano en un momento agradable.

 

Mi caso no es la excepción, soy hijo de un gran aficionado al puro, a quien alguien atinadamente describió como: “el que fuma como cubano y viste como Inglés”.

 

Las historias del puro y don Pancho son interminables, desde aquella en que sus alumnos de derecho bancario se sorprendían cuando a las siete de la madrugada, sin importar la temporada, antes de iniciar la clase en un acto ceremonial, cortaba y encendía su puro; hasta otra más en la que el delicioso humo de sus puros activó la alarma de incendio. Heredé el gusto por el puro y es algo que verdaderamente disfruto. En mi caso, el fumar un puro es una gran experiencia.

 

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