Las calles alrededor de la plaza Taksim de Estambul han sido escenario hoy de una verdadera «caza» al manifestante por parte de la policía turca, después de un violento desalojo del parque Gezi que llegó por sorpresa y sin respetar el plazo prometido por el primer ministro, Recep Tayyip Erdoga.

 

El uso masivo de gas pimienta fue de nuevo la estrategia que siguieron los agentes para tratar con los manifestantes, que fueron retrocediendo pacíficamente metro a metro, pero sin disolverse y aplaudiendo.

 

Según las autoridades, 29 personas han sido hospitalizada a causa de heridas sufridas en el operativo policial, aunque en las redes sociales en Internet los activistas turcos hablan de muchos más, tratados por médicos voluntarios alrededor de la plaza y del parque.

 

La presencia de numerosos reporteros no afectó a la contundencia con que se produjo la operación e incluso Efe fue testigo de cómo varios periodistas fueron agredidos por policías al intentar grabar a agentes que «gaseaban» a uno de los ocupantes de la plaza que se resistió a abandonar su tienda de campaña.

 

Tras salir del parque, muchos manifestantes se refugiaron en hoteles cercanos.

 

En el Hotel Intercontinental, la policía formó ante la puerta y exigió a la dirección que expulsara a quien no fuera huésped.

 

En otro hotel, el Divan, Ramiz Topal, un diputado del principal partido de la oposición, el CHP, fue golpeado por los agentes, según declaró la propia víctima.

 

Varios blindados de la policía atacaron con cañones de agua a la muchedumbre congregada ante la puerta y lanzaron granadas de gas, que causaron decenas de heridos, algunos graves, por inhalación.

 

Frente a la Universidad Técnica, jóvenes y adolescentes formaron una cadena humana, erigieron una barricada y se conjuraron para resistir a los agentes.

 

«Taksim en todas partes. En todas partes resistencia», gritaban los manifestantes, el lema de guerra de la revuelta ciudadana.

 

Allí, como en la calle Istiklal, una importante arteria comercial, como en otras muchas vías del centro, los agentes fueron avanzando lanzando gas, obligando a transeúntes y turistas a refugiarse en cafeterías y hoteles.

 

Hüseyin Avni Mutlu, gobernador de la ciudad, explicó que media hora antes del desalojo se había advertido a los ocupantes del parque que lo abandonasen.

 

«Algunos grupos marginales se enfrentaron a la Policía. En poco tiempo el parque quedó limpio y lo evacuamos. La mayoría de los jóvenes nos escucharon y se fueron. Sólo pequeños grupos marginales causaron problemas leves», explicó.

 

Tres horas después de que el primer bote de humo fuera disparado, los agentes aún presionaban a grupos de jóvenes, casi calle por calle, que retrocedían ante los gases, sin dispersarse, y respondían con algún ocasional lanzamiento de botellas o tratando de lanzar de vuelta los botes de humos.

 

Alrededor del parque y de la plaza Taksim, un cordón policial impedía entrar a nadie en la zona verde, donde empleados municipales se afanaban en desmantelar el campamento donde miles de personas se han concentrado durante dos semanas para evitar que fuera destruido.