“Sábado, Distrito Federal… desde las diez ya no hay donde parar el coche, ni un ruletero que lo quiera a uno llevar…”, así describía Salvador “Chava” Flores los problemas de movilidad en la Ciudad de México en los años 70. A décadas de distancia en esta gran urbe, ahora con varios millones de habitantes más, sigue siendo todo un reto.
Basta un recorrido por la red de transporte del DF. Es sábado y en la estación del metro La Raza, la escena no es muy distinta a cualquier otro día. Decenas de usuarios caminan por el Túnel de la Ciencia siguiendo un mapa mental creado por la costumbre de transitar ese camino a diario. Si bien la falta de señalamientos parece afectarles poco, una canaleta sobre el piso sería de mucha ayuda para un hombre ciego que anda despacio, adivinando el trayecto con su bastón.
Con un kilómetro de recorrido este es el transbordo de estación más largo de todo el Sistema de Transporte Colectivo (SCT) Metro. La distancia es llevadera con las imágenes de planetas y constelaciones que se disponen a lo largo del túnel, que conecta a las líneas 3 y 5; la primera cubra las estaciones Universidad-Indios Verdes y la segunda Pantitlán-Politécnico.
Ésta última es usada en promedio por 250 mil usuarios a diario; y la línea 3 es una de las más transitadas con poco más de 900 mil usuarios cada día.
Un grupo de estudiantes de la Universidad Iberoamerica, guiado por Roberto Remes, advierte la falta de señalamientos y de estructuras para discapacitados, lo cual resulta paradójicas en una estación en la que convergen dos líneas de metro, dos de Metrobús y varias rutas de microbuses y camiones que conectan con varios puntos del DF y el Estado de México.
Pero esta característica no es exclusiva de la estación La Raza. La falta de señalización es una de las mayores deficiencias del sistema de transporte público, señala Remes.
Con suerte o con ayuda de alguien más es posible acceder a la Línea 1 del Metrobús, con la intención de llegar a Buenavista.
Desde lo alto del puente peatonal que lleva del Metro La Raza al Metrobús es posible apreciar en su totalidad un descuidado aradero, como muchos otros en la ciudad.
Sin señales a la vista, los gritos de los operadores son la única guía sobre las rutas que ofrecen combis y microbuses. Las unidades, desgastadas por tantos años de servicio, esperan al “pasaje” que debe sortear innumerables puestos de comida, ropa o discos.
La demanda es grande. Cada día dos millones de pasajeros utilizan la red del Metro y alrededor de 18 millones se desplazan a través del sistema de transporte concesionado; aun así, de los más de ocho mil millones de pesos que destina cada año el gobierno de la ciudad en subsidio al transporte público, 70% van al Metro.
RUMBO A BUENAVISTA
Aunque es sábado, subir al Metrobús es complicado: es necesario esperar a que pasen dos o tres unidades para poder entrar literalmente a empujones. Se calcula que 450 mil personas usan a diario la Línea 1 de este sistema; tan sólo en horas pico, alrededor de 45 mil intentan abordar a lo largo de esta ruta.
Una vez adentro de la unidad, el servicio es rápido, al menos en sábado: sólo 10 minutos demora el trayecto de poco más de cinco kilómetros entre la estación La Raza y Buenavista.
Buenavista es también el punto de llegada o salida de la Línea B del Metro que llega hasta Ciudad Azteca, en el Estado de México; además es la terminal del Tren Suburbano, que a diario trae a miles de personas provenientes de los municipios mexiquenses de Cuautitlán, Tultitlán y Tlanepantla.
En este punto se ubica precisamente uno de los cruces más caóticos en la Ciudad de México: el de Insurgentes y Eje 1 Norte. Ahí, peatones, automovilistas, microbuses, camiones y el propio Metrobús pelean el paso.
Para cruzar la calle, los peatones envalentonados se imponen a una masa de automóviles, el riesgo es mejor a tener que usar un improvisado paso a desnivel del Metro, ello significaría bajar hasta 16 metros para después volver a subir esa misma distancia.
“Antes de 2000, cuando sólo existía la Línea B del Metro, el rumbo de Buenavista era muy tranquilo. La incorporación de distintos medios de transporte cambió drásticamente la zona convirtiéndola en una de las más difíciles de la ciudad, esto debido en gran medida a la falta de incorporación de los sistemas de transporte que llegan aquí”, señala Remes.
De la antigua estación del tren de Buenavista, una masa de personas es lanzada al Centro de la capital; muchas caminan hacia la Línea 4 del Metrobús para dirigirse al corazón de la metrópoli.
Con empujones, los usuarios tratan de acomodarse y transitar por el pasillo: “Agárrate bien Caro, que si se jala te vas a caer”, le dice un hombre a su hija de unos nueve años.
De Buenavista a La Merced, uno de los míticos barrios de la ciudad y referente del comercio capitalino, se hacen alrededor de 20 minutos. Conforme el Metrobús se adentra al Centro Histórico el barullo va creciendo: tránsito, música, comerciantes, transeúntes, todas las voces se mezclan en el ambiente provocando cierto estrés.
Ya en la Merced, el corredor Talavera-Alhóndiga, que desde el año pasado fue rehabilitado como un andador peatonal, muestra el lejano esplendor de una de las zonas más antiguas y conocidas del DF.
En las calles se vende de todo: escobas, ropa interior, bicicletas, artículos de belleza, figuras de santos, comida, DVD piratas de varias películas, incluso Toy Story 4, que se estrena en México en noviembre; estilistas pintan el cabello, hacen manicura o aplican tratamientos faciales en plena calle, mientras mujeres con ropa entallada están a la espera de un cliente.
La zona es un caos, en ocasiones se hace intransitable; más allá de la enorme cantidad de personas que circulan por ahí, la desarticulación del transporte público y su resultante ineficiencia incrementa este desorden y hace que, para quien no está acostumbrado a recorrer el rumbo, aquella famosa canción cobre sentido: “llegar al centro o atravesarlo es un desmoche… sábado, Distrito Federal”.
DATOS
2 millones de usuarios diarios viajan en el metro del DF
5 millones de viajes se dan en total al día
18 millones de usuarios utilizan transporte concesionado, como microbuses o combis
8 mil mdp gasta el gobierno de la Ciudad de México en el subsidio al transporte público
70% del subsidio se invierte en el sistema metro
“La incorporación de distintos medios de transporte cambió drásticamente la zona de Buenavista convirtiéndola en una de las más difíciles de la ciudad, esto debido en gran medida a la falta de incorporación de los sistemas de transporte que llegan ahí“
Roberto Remes, especialista en movilidad urbana