La presencia de la tormenta tropical Barry puso en alerta al sureste mexicano. La víspera, autoridades del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) advirtieron sobre los riesgos para Tabasco y Veracruz, donde hay abundante infraestructura petrolera.
La formación de Barry, segunda tormenta tropical del año en el océano Atlántico, fue confirmada a las 13:45 horas de este miércoles con los datos enviados por el avión cazahuracanes del Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Miami, en Estados Unidos.
De acuerdo con las previsiones del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) de México, una vez que el fenómeno reingresara a tierra perdería intensidad, lo cual se esperaba que ocurriera durante la mañana de este jueves.
El fenómeno surgió al haberse intensificado la depresión tropical dos formada desde principios de semana frente a las costas de Belice, país que junto con Guatemala y la Península de Yucatán resintieron fuertes lluvias.
Hasta la tarde de este miércoles y debido a la aproximación del fenómeno, el Servicio Meteorológico Nacional mantenía la alerta desde Punta El Lagarto, hasta Barra de Nautla, en Veracruz, por potencial de vientos fuertes.
El SMN anticipó lluvias de intensas a torrenciales para Veracruz, Puebla, Hidalgo y Oaxaca. En tanto que se esperan precipitaciones muy fuertes en San Luis Potosí y Chiapas. Los vientos sostenidos ayer eran de 65 kilómetros por hora, con rachas de hasta 85 kilómetros.
El pronóstico anticipaba que Barry continuara desplazándose hacia el oeste, con rumbo hacia la costa de Veracruz.
El Golfo se muere
La “zona muerta” con deficiencia de oxígeno en el Golfo de México podría alcanzar este año una extensión sin precedentes y cubrir unos 22 mil kilómetros cuadrados, muy por encima de la media, informó hoy la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) de EEUU.
La “zona muerta” es el resultado de la afluencia en el Golfo de las aguas de la cuenca del río Misisipi, donde se vierten fertilizantes y residuos animales de una extensa región agropecuaria de Estados Unidos.
En el Golfo las aguas con alto contenido de nutrientes estimulan la proliferación explosiva de algas. Cuando las algas mueren y se hunden, las bacterias que viven en el fondo descomponen la materia orgánica y, en el proceso, consumen oxígeno.
El resultado es una región con bajo contenido de oxígeno (hipóxica) o sin oxígeno (anóxica) en las aguas del fondo y las cercanas al fondo: la zona muerta.
Los peces y moluscos abandonan las aguas privadas de oxígeno, o mueren, con resultado de pérdidas para la pesca comercial y deportiva.