WASHINGTON. La alimentación forzosa de las decenas de presos que se han declarado en huelga de hambre en Guantánamo ha generado una polémica cada vez más intensa en la comunidad médica y llamamientos para poner fin a la práctica.
Alrededor de un centenar de los 160 hombres recluidos en la base naval estadunidense de Guantánamo en Cuba se han sumado a la huelga de hambre iniciada en febrero.
De ellos, al menos 43 están siendo alimentados a la fuerza mediante un tubo flexible por la nariz que pasa por la garganta llega al estómago y deposita un licuado con un contenido de unas 2 mil 500 calorías diarias.
Más de 150 doctores y profesionales médicos pidieron esta semana en una carta dirigida al presidente estadunidense, Barack Obama, y publicada por la revista británica The Lancet que EU ofrezca atención médica independiente a los presos en huelga de hambre.
La carta sostiene que los prisioneros tienen “muy buenos motivos” para no confiar en los médicos que los atienden ya que estos siguen órdenes de comandantes militares.
“Dado que los detenidos no confían en sus médicos militares es improbable que sigan los actuales consejos médicos”, señala la misiva, que considera “imperativo” que se les ofrezca cuidado médico independiente como quieren y de acuerdo con lo estipulado por la ONU y la Asociación Médica Mundial.
La misiva dirigida a Obama llega después de que la semana pasada tres médicos de la Universidad de Boston publicasen un artículo en la revista New England Medical Journal (NEMJ) en el que argumentan que los médicos militares deben negarse a alimentar a la fuerza a quienes están en huelga de hambre.
“La respuesta es negociar con ellos, es reconocer que tienen reclamos y ver en qué forma pueden resolverse”, afirmó el médico George Annas de la Universidad de Boston.
Annas y sus colegas Sondra Crosby y Leonard Glanz, consideran que la base naval estadunidense de Guantánamo es “una zona libre de ética médica” desde que en mayo el Pentágono envió personal médico para alimentar a los ayunantes a la fuerza.
“En la medida en que se usa la fuerza para someter a una persona a un trato que ella resiste y rechaza, se podría considerar que (la alimentación forzosa) es una tortura”, afirmó el portavoz de la Asociación Médica Estadounidense.
En otro artículo en la misma revista, NEJM, Michael Gross describió la huelga de hambre como “un acto no violento de protesta política. No es la expresión de un deseo de morir, ni es tampoco similar a la decisión de un paciente desahuciado que no quiere ser alimentado”.
“Es más bien un chantaje”, añadió. “Encaradas con detenidos en huelga de hambre las autoridades de la prisión tienen tres opciones. los alimentan a la fuerza, los dejan morir o acceden a sus demandas”.
El dilema ético que enfrentan los médicos civiles frente a un ayuno voluntario, y que encaran bajo circunstancias diferentes los médicos militares que se han comprometido a cumplir órdenes, ocurre porque la no intervención puede conducir a la muerte de los individuos.
Estados Unidos comenzó a recluir en Guantánamo a presuntos terroristas capturados en todo el mundo desde fin de 2001, y en algún momento hubo en esa prisión más de 600 detenidos.