Las manifestaciones que sacuden a Brasil desde la semana pasada prosiguieron hoy, con protestas en unas 20 ciudades, pese al diálogo propuesto anoche por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en un pronunciamiento a la nación.
Ni el pronunciamiento en que la jefe de Estado propuso un pacto nacional para mejorar los servicios públicos ni la reducción de las tarifas de transporte público en las mayores ciudades, que era la reivindicación inicial de los manifestantes, han convencido a los brasileños a cesar sus movilizaciones.
Las protestas, sin embargo, perdieron intensidad con respecto a las registras el pasado jueves, cuando cerca de 1,2 millones de brasileños salieron a la calle en un centenar de ciudades para exigir mejores servicios públicos, condenar la corrupción y criticar los altos gastos del Gobierno con el Mundial de fútbol de 2014.
La mayor manifestación de este sábado congregó a cerca de 65 mil personas en la ciudad de Belo Horizonte para criticar el despilfarro de recursos y los supuestos desvíos en la construcción de los estadios exigidos por la FIFA para que Brasil organice el Mundial y la Copa Confederaciones, que comenzó la semana pasada.
Además de menos numerosas, las protestas de hoy tuvieron objetivos específicos, al contrario de las anteriores en que las reivindicaciones eran variadas y algunas hasta contradictorias.