Todos los días lidio con un problema de honestidad que poco a poco hemos ido minimizando, no sólo en México: el plagio. Quizá parezca que estoy exagerando, que no es cosa grave y que es tan común que no debiera ya escandalizarme. Lo cierto es que no puedo, es más fuerte que yo y entre más años llevo en esto de la formación de adolescentes, más grave me parece.
Copiar en un examen, copiar un texto de algún sitio web y entregarlo como si fuera propio, copiar un proyecto de investigación y querer que valga como original, que haya un sitio en internet llamado www.buenastareas.com de donde se cree se puede obtener cualquier texto y hacerlo pasar como nuestro parecieran cosa de niños, de chavitos adelantados con muy buenas puntadas que les dan tres vueltas a sus maestros, pero resulta que no, que no tiene nada de simpático y que es una “travesurita” que a la larga, como sociedad, nos deja muy mal parados.
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