Una imagen de las piernas de una mujer vistiendo unas medias que simulan estar completamente cubiertas de pelo, ha causado revuelo en Internet recientemente, tras ser subidas en la versión china de Twitter, Weibo, por un usuario que las describe de la siguiente manera: “medias peludas súper sexys para el verano, anti pervertidos, esenciales para todas las jóvenes al salir”.
Tanto la imagen como la descripción de la misma no dejan indiferente al espectador que estupefacto no sabe si el producto existe realmente o si es sólo el trabajo de algún bromista en Photoshop. Lo que si se devela es la lamentable naturalización de las agresiones sexuales contra las mujeres en los espacios públicos y que sólo las mujeres con piernas depiladas son acosadas, pues resultan, según los cánones de belleza, atractivas, mientras las que no se depilan resultan repugnantes y por ende rechazadas.
Esto último se puede corroborar al leer la opinión, sobre esta indumentaria, del periodista Alexander Abad-Santos en The Atlantic Wire cuando señala: “Estas medias, que parecen un par de piernas peludas, provocan náuseas y malestar físico”.
Los cuerpos rasurados evitan las náuseas pues son condición para la feminidad y, por extensión, de la belleza en la mujer y por lo tanto la obligación de no tener vello para las mujeres es fruto de la cosificación y mercantilización del cuerpo femenino bajo el capitalismo.
En el caso de las medias peludas, se enfatiza una visión estereotipada de la belleza femenina. Se da por sentado que la depilación en las mujeres es cosa natural y que por el contrario el dejar crecer el vello es anormal, repugnante y disuasivo, ya que la atención sexual se enfoca en un par de piernas sedosas y depiladas, y por lo tanto, la violación sólo le ocurre a las mujeres que se depilan y se visten “provocativamente”.
Aunque la verdadera libertad estribaría, en la posibilidad de elegir depilarse o no, sin tener que responder ni a los estereotipos del mercado capitalista, ni al temor de ser violentada sexualmente y por lo tanto tener que usar este tipo de medias, sino en tener plena libertad de elección.
La cuestión que se puede pasa por alto es que la cultura de violación se ha naturalizado en nuestras sociedades a tal grado que se han creado ya sea de manera ficticia o real, productos comerciales para protegerse contra las agresiones sexuales.
Por ejemplo, a principios de este año, estudiantes de ingeniería en la India fabricaron ropa interior femenina que emite descargas eléctricas de 3 mil 800 kilovoltios cuando algún desconocido toca los pechos de las mujeres. El diseño está realizado para activarse al tacto y es controlado por la usuaria.
Esta clase de dispositivos son una distracción de la verdadera raíz del problema sobre las agresiones sexuales, que es el hecho de que se requieren legislaciones más eficaces contra los agresores, penas más severas, espacios públicos más seguros, condenar la culpabilización de las mujeres por usar tal o cual prenda de vestir, en resumidas cuentas se requiere un cambio cultural en el que se anule la idea de que la violencia sexual es prácticamente inevitable.
Ni las medias peludas, ni la ropa interior eléctrica son la respuesta a la violencia sexual, pues esto implica una especie de resignación a que las agresiones seguirán sucediendo, lo que necesitamos es un cambio cultural en el que se respeten las libertades de las mujeres y no se les cosifique.
A pesar de que estos inventos son llamativos y aparentemente bien intencionados, lo que se requiere es legislaciones comprometidas para proteger a las mujeres, junto con un cambio en el enfoque de la prevención de la violación mediante este tipo de polémicos artilugios a castigos severos contra los perpetradores, así como clases de defensa personal para las mujeres que las empoderen y permitan salir bien libradas de una posible agresión.