El nivel de la educación en Finlandia ocupa el primer lugar de Europa y el quinto a nivel mundial, de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Los niños finlandeses de hoy serán mañana los profesionales más preparados del mundo. Apenas un 8% de los alumnos finlandeses no terminan sus estudios obligatorios.
La educación gratuita desde preescolar hasta la universidad incluye las clases, el comedor, los libros y hasta el material escolar aunque si alguien lo pierde está obligado a pagárselo.
Entre sus “secretos” está que menos de la mitad de los niños finlandeses acuden a guarderías y no empiezan el colegio hasta los siete años. Sin embargo, dos años después de iniciada la escuela, sus puntuaciones son mejores que el resto de los países estudiados por la OCDE.
Además, durante los primeros seis años de la primaria los niños tienen en todas o en la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela que ningún alumno quede excluido, lo que fortalece su estabilidad emocional y seguridad.
No es hasta 5º año que hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la competencia entre alumnos ni las comparaciones.
Una de las cosas que más llama la atención es que los niños no pasan tantas horas en la escuela, es más, tienen muchas vacaciones. La jornada escolar suele comenzar sobre las 8:30-9 de la mañana y termina a las 3 de la tarde, con un paréntesis para almorzar de media hora.
En total, suman 608 horas lectivas en primaria, con algo de tarea para la casa, pero nada excesivo.
El éxito del sistema educativo finlandés se basa en tres elementos: la familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas, cines, museos). Hay en los padres una convicción de que son los principales responsables de la educación de los niños.
Sin embargo, tal vez la principal diferencia radica en los docentes. En Finlandia, ser maestro es un honor y es una profesión con una estima social muy alta.
De hecho, los maestros con la mayor preparación, son los que dan los años de educación básica. Se considera que hacia los siete años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es cuando realiza algunas de las conexiones mentales fundamentales que le estructurarán toda la vida. Por eso, se considera tan importante la selección de quienes transitarán ese proceso con ellos.
Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10 en sus promedios de bachillerato. Cada universidad escoge a sus aspirantes a profesores con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de empatía, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de aptitudes tecnológicas. Al proceso de selección le sigue una exigente licenciatura y periodos de prácticas.
Al final sólo se quedan el 10% de los aspirantes.
Así que el secreto de una educación de calidad, no es atiborrar a los alumnos con tareas, tener más horas y más días de clases, sino tener un cuerpo docente calificado y certificado.
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