RÍO DE JANEIRO. Miles de manifestantes se enfrentó hoy con la Policía en uno de los cercos que protegen al estadio Maracaná de Río de Janeiro, poco antes y durante la final de la Copa Confederaciones de fútbol.

 

La confrontación se inició una media hora antes del comienzo del encuentro, después de que ese grupo lanzara objetos contra el cordón policial en la esquina de la calle São Francisco Xavier y la avenida Maracaná.

 

Según medios locales, el enfrentamiento dejó siete heridos, todos manifestantes, aunque se desconoce su gravedad.

 

Ante la gran humareda de gas lacrimógeno, que se llegó a sentir dentro del estadio Maracaná, los participantes en la marcha se dispersaron por las calles adyacentes y algunos entraron a bares donde en ese momento la clientela veía al partido.

 

La marcha salió de la Plaza Saens Peña, en el barrio de Tijuca, a unos dos kilómetros del estadio, hacia el Maracaná, con carteles a favor de la educación y en contra de la corrupción y la concesión del estadio a la gestión de empresas privadas, entre otras quejas.

 

“Maracanós” (Nosotros Maracaná) es el grito que dominaba en la concentración, dentro de la cual había un grupo de personas con los rostros cubiertos cargando mochilas, mientras que policías la acompañan caminando junto con los manifestantes.

 

Los participantes en la marcha también entonaban consignas contra Sergio Cabral, el gobernador del estado de Río de Janeiro, al que tachaban de “dictador”.

 

Previamente tuvo lugar otra movilización en la que participaron unas cinco mil personas, que también partió de la Plaza Saens Peña hasta cerca del estadio, sin que hubiera ningún incidente.

 

La protesta fue contenida por un gran cordón policial desplegado un kilómetro antes de Maracaná.

 

A fin de garantizar la seguridad en la zona del estadio, las autoridades han movilizado un contingente de 10 mil 600 policías, mientras que 7 mil 400 militares realizan labores de apoyo. Dentro del Maracaná hay otros mil 300 guardias privados.

 

Las protestas forman parte de una ola de manifestaciones que ocurren en Brasil desde hace tres semanas para exigir mejores servicios públicos y expresar su rechazo al elevado gasto público en el torneo organizado por la FIFA, entre muchas otras reivindicaciones.