La explotación de recursos agropecuarios desde la época de la Colonia hasta el siglo XIX, así como el crecimiento urbano en el Valle de Teotihuacan, han sido factores que convirtieron esta zona en un lugar árido, afirmó el biólogo Raúl Valadez Azúa.
De acuerdo con información proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), estudios sistemáticos han revelado que a partir del siglo XVI esta zona del Estado de México experimentó un deterioro constante, lo que provocó la desaparición de flora y fauna de la región.
En el marco del seminario titulado “Cambio Climático y Procesos Culturales”, organizado por el INAH, el especialista explicó que el paisaje que se observa actualmente ha sufrido profundas alteraciones que no tienen nada que ver con el mosaico de ecosistemas que abarcó desde nopaleras hasta bosque de pino-encino.
La información de los ecosistemas que conformaron el valle fue obtenida a partir de diferentes análisis aplicados a las colecciones arqueozoológicas recuperadas en Teotihuacan, mismas que indican un cambio a partir del año 1500, periodo en el que algunas especies silvestres dejaron de existir.
Valadez Azúa, responsable del Laboratorio de Paleozoología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM indicó que el hallazgo de restos de animales, de bosque y de desierto apuntan a que ambos tipos de ecosistemas coexistían en la región.
“En el Valle de Teotihuacan existían pequeñas áreas boscosas templadas, próximas a cursos de agua como ríos, aunque también habían manchones desérticos y pastizales”, explicó.
“Esta comprensión sobre los cambios culturales e impacto ambiental fue posible gracias al análisis de restos, sobre todo, de pequeños roedores que suelen ser ignorados por los arqueólogos, pero a la vista de los biólogos, son indicadores de las adaptaciones ecológicas de cada especie”, resaltó el biólogo.
Destacó la importancia de las colecciones arqueofaunísticas recuperadas en esta zona y señaló cuatro oquedades situadas a espaldas de la Pirámide del Sol como las más importantes, mismas que fueron exploradas como parte del proyecto “Estudio de Túneles y Cuevas en Teotihuacán”, realizado hace dos décadas.
Se trata de las cuevas de la “Basura”, las “Varillas”, del “Camino” y del “Pirul”, en las que además de encontrar vestigios de actividad humana, se encontraron elementos de la fauna involucrada en estos espacios, principalmente del periodo Postclásico Tardío en el año 1200 d.C.
Finalmente, Valadez Azúa indicó que dentro de las colecciones se pueden encontrar tanto especies que requieren de fuentes de agua como la rata de los arrozales, otras de bosque como la tuza y otras áridas como la rata canguro, entre otras correspondientes a los diferentes ecosistemas.
La próxima sesión del seminario titulada “Cambios en la estructura tecnológica y del patrón de asentamiento en la transición Pleistoceno-Holoceno”, a cargo de los especialistas Gianfranco Cassiano y Ana María Álvarez, del INAH-Veracruz, se llevará a cabo mañana en la Sala 1 de la Coordinación Nacional de Antropología.