El diálogo entre los principios artesanales y las expresiones del quehacer tecnológico son la esencia del trabajo de Floris Wubben, diseñador holandés que crea mobiliario donde las formas elementales de la madera, y los juegos estilísticos de los metales y los materiales procesados, establecen un nuevo lenguaje del interiorismo urbano.
En una de sus más recientes expresiones, La Familia Papa, Wubben se inspira en los juegos infantiles y las historias forjadas en torno a este producto. Las formas irregulares de las papas, que siempre despiertan la imaginación de los niños para inventar personajes, son esencia de la línea de estantería que expresa dinamismo en los detalles, la posición de las patas y la forma de las cavidades, que se alejan de los esquemas tradicionales.
Están fabricadas con madera de abeto holandés, un material que ofrece muchas posibilidades creativas. Las patas están hechas de acero inoxidable pulido. El concepto fue realizado en colaboración con el artista Bauke Fokkema.
Espíritu infantil
En su estudio, este diseñador busca no ser encasillado como un fabricante de muebles.
“Vamos mucho más allá: tratamos de sacar el máximo provecho de los materiales, pensando más allá de los principios funcionales. También trabajamos a partir de una visión escultórica. Queremos lograr nuevas perspectivas, si bien la transformación y la combinación de materiales se dan de una forma muy natural”, explica Wubben.
“Creo que lo más importante es la perspectiva a partir de la cual trabajamos: queremos disminuir al máximo los prejuicios y dar una nueva cara a los materiales que utilizamos”, agrega.
Uno de los aciertos principales en el trabajo del diseñador holandés, es tratar de proyectar esa esencia natural, “la acción humana tiene una posición secundaria y es la naturaleza la que marca la pauta de los productos. Así, al final se puede percibir que muchos de los muebles son en realidad una imagen de la naturaleza transformada en escultura por las manos del hombre”, dice.
Esta visión poética, cuasi surrealista, se enfoca asimismo a la combinación de materiales de diversos orígenes, dando por resultado productos de una inusitada sensualidad, dirigida a un placer total y a la definición del mobiliario como parte de un espacio idílico.
“Hay un espíritu casi infantil en nuestro mobiliario. Se remite a esos objetos y troncos del jardín con los que casi todos hemos jugado de niños, construyendo castillos y reinos imaginarios donde la naturaleza y los objetos abandonados dieron forma a nuestras fantasías.
“Me entusiasma que mucha de esa ensoñación perviva en nuestras piezas, siendo la base de propuestas más complejas, pero que no terminan de reconocer a cada instante el maravilloso tesoro que la naturaleza nos ofrece, con una belleza de la cual podemos partir para crear nuevos escenarios de vida”, puntualiza Wubben.